Fernando Horigian Director del Centro de Innovacion y Creacion de Empresas (CICE- UNICEN)
Mitos y realidades. Emprender transformándome o transformando la vida de otros, y este es el gran tema. Cuando yo necesito hacer un profundo cambio y ese cambio tiene que ver con un cambio radical en mi forma de trabajar y vivir, necesito saber qué estoy transformando. ¿Estoy transformando un emprendimiento o estoy transformando mi vida con ese emprendimiento? Y cuando quiero emprender transformando se produce una transformación tan grande que las personas que están involucradas en ese emprendimiento, en esa transformación, la sienten. Y ahí es donde se produce la magia. Y no es un mito, es una realidad. Uno desea transformarse y transformar lo que está haciendo en algo positivo. Siempre es en algo positivo, sin mirar si hay rédito económico inicialmente. Muchos se olvidan de que tiene que haber un modelo de negocio, si no entienden que hay una necesidad propia o de otros y quieren lanzarse a hacerlo. Primero estudien si hay un modelo de negocio, si ese modelo de negocio tiene una posibilidad de monetización, de dónde se va a concretar esa innovación y por qué alguien va a estar dispuesto a pagar por ello.
¿Dónde están las diferencias entre “me quiero transformar” y “estoy transformando con un emprendimiento”? Uno puede hacer un emprendimiento sin transformarse y puede transformarse sin hacer un emprendimiento. Muchas veces uno hace un emprendimiento y no hay nada más que eso. Y otras veces no necesito hacer un emprendimiento para transformarme porque mi vida se está transformando. ¿Qué pasa cuando las dos cosas van juntas? Se produce la magia porque hago una transformación para mi y para otros. Son otros los que se están beneficiando con mi transformación. Si ese emprendimiento me cambia la realidad y se la cambia a otras personas, es ahí donde se produce la verdadera magia.
El “para qué” es sumamente importante porque el otro percibe que la transformación que estoy realizando tiene un “para qué” y no un “por qué”. El “para qué” implica que la magia que estoy haciendo tiene que ver con algo que quiero llevar de A a B o de B a C, transformándome a mi mismo y transformando la vida de los demás porque empiezan a vivir de otra manera, utilizando la innovación que estoy implementando. Esta magia se hace desde las raíces, no es superfluo. Se produce algo profundo en donde la raíz completa se modifica y se produce la transformación real. Esto siempre se hace con convicción. Uno quiere la transformación y la siente, si no hay convicción no hay raíces y no hay magia. Acá estoy haciendo algo que capaz alguien va a usar.
Estamos llenos de “capaz lo voy a usar” donde nunca se usó nada porque no hubo una verdadera convicción desde las raíces. La transformación (mía o de los demás) nos aborda, nos convoca y nos lleva a realizar un profundo cambio.
Hacer algo pensando “qué tal me va” no es una transformación ni un emprendimiento, es un hobby. Los hobbies están bárbaros, pero de ahí a llevarlos a un emprendimiento es donde verdaderamente se produce la convicción. Muchos emprendedores se quedan acá porque muchos de los cambios que se hicieron son a medias, no hay una verdadera convicción en esa transformación. Cuando uno trabaja la transformación y hay un emprendimiento involucrado en eso, hay un cambio de un estilo de vida. Y el estilo tiene que ver con un cambio en el estilo de vida porque la vida de uno y de un montón de gente se empieza a transformar. Cuando más quiero transformar, cuando más quiero producir, cuando más quiero evolucionar, más cosas se hacen de una manera profunda, con convicción y nos alimentamos de eso de una manera que nos ayuda a pensar y a vivir de una forma distinta desde la convicción y las raíces. Si no, no hay transformación.
Conocé el “qué”, adoptá el “para qué”, mirá el sentido por el que lo estás haciendo, provocá una verdadera incógnita en esa transformación y motivá verdaderamente el cambio. Es ahí donde la transformación y el emprendedorismo van juntos.
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