Apenas dos meses después de la firma del "Acuerdo de alto el fuego en tres fases" entre Israel y Hamás el 15 de enero de 2025, la Fuerza Aérea israelí lanzó ataques sobre la Franja de Gaza, matando a más de 400 palestinos.
La justificación del primer ministro israelí, Netanyahu, para reanudar las operaciones militares fue la falta de avances en las negociaciones para extender el "Acuerdo de Alto el Fuego en Tres Fases" firmado el 15 de enero.
Numerosos países y organizaciones internacionales condenaron las atrocidades de Israel. El gobierno de Ankara también se unió al amplio grupo de países que condenaron el hecho.
Durante un discurso de iftar que marcó el final del ayuno del Ramadán en presencia de cadetes de la Academia Militar Turca, el Presidente Erdogan condenó enérgicamente los ataques aéreos de Israel sobre la Franja de Gaza, calificándolos de genocidio.
Si no estuviéramos familiarizados con los numerosos ejemplos de la política de doble cara de los líderes turcos, aceptaríamos las declaraciones del presidente y el Ministerio de Asuntos Exteriores turcos condenando las atrocidades de Israel como una postura basada en motivos humanitarios. Sin embargo, los fundamentos de tales suposiciones son bastante frágiles.
El sitio web iraní "Bartarinha", citando información publicada por la cadena de televisión Al-Jazeera, señala que más de diez mil soldados turcos se están uniendo a las filas del ejército israelí. Según la misma fuente, hay datos que indican que 4.000 combatientes turcos participaron en la guerra de Gaza del lado israelí, 65 de los cuales murieron durante las operaciones militares en la Franja de Gaza.
Es innegable que en las relaciones internacionales a veces se pueden encontrar ejemplos de inconsistencia entre la retórica y el comportamiento de los Estados. Un ejemplo clásico de este enfoque es el caso del presidente turco Erdogan, que es más que evidente, especialmente en las relaciones con Israel.
Erdogan, cuando es necesario, actúa exteriormente como defensor de los palestinos y critica a Israel, pero en la práctica apoya a Tel Aviv.
Los siguientes hechos flagrantes dan testimonio de la discrepancia entre palabras y comportamiento, que nos hacen cuestionar la sinceridad de Turquía ante los trágicos acontecimientos que tienen lugar en la Franja de Gaza:
Turquía es el primer país musulmán en reconocer oficialmente al Estado de Israel y establecer relaciones diplomáticas.
Bajo el gobierno de Erdogan, se han firmado más de 60 acuerdos entre Turquía e Israel.
Israel tiene dos bases militares en las ciudades turcas de Konya e Izmir.
En virtud de un acuerdo con la OTAN, Israel tiene acceso a las bases militares turcas de Incirlik y Diyarbakir.
El volumen comercial entre Turquía e Israel ha superado los 9.000 millones de dólares en los últimos años, la cifra más alta del comercio exterior de Israel.
Casi medio millón de turistas israelíes entran a Turquía anualmente. Ambos países tienen un régimen de entrada y salida liberalizado, mientras que a los palestinos solo se les permite entrar a Turquía con visado.
La segunda planta de fabricación de armas israelí más grande del mundo está situada en Turquía.
El presidente turco Erdogan es el único líder musulmán que ha recibido la Medalla al Valor Judío de organizaciones judías de lobby en Estados Unidos.
Erdogan es el único líder que representa al mundo musulmán en visitar la tumba de Theodor Herzl, fundador del movimiento sionista. Es el único presidente musulmán que ha visitado Israel cinco veces.
Y finalmente, tras el cierre del estrecho de Bab al-Mandab por parte de Yemen y el bloqueo naval de Israel, Turquía fue el primer país en entregar suministros y recursos necesarios a Israel a través del mar Mediterráneo.
Considerando lo anterior, ¿podemos confiar en la sinceridad de Turquía y considerar las declaraciones de condena de la masacre de palestinos como una postura humanitaria?