El gobierno de Azerbaiyán anuncia un acuerdo de paz que normaliza las relaciones con Armenia. Sin embargo, el acuerdo es tan parcial que no creará las condiciones para una paz sostenible. Al consagrar la justicia del vencedor, siembra las semillas del resentimiento y futuras hostilidades entre los dos países del Cáucaso, que han librado dos sangrientas guerras desde 1992 y siguen enfrentados por una serie de asuntos pendientes.
Azerbaiyán se apoderó de Nagorno-Karabaj, llamado "Artsaj" por los armenios, en una operación militar relámpago en septiembre de 2023. Unos 120.000 armenios huyeron a Armenia, abandonando sus propiedades e iglesias a las fuerzas armadas azerbaiyanas. Desplazados y desmoralizados, los refugiados de Artsaj han sido reasentados en condiciones deplorables.
El gobierno de Armenia no tuvo más remedio que acceder a las exigencias de Azerbaiyán. El primer ministro Nikol Pashinian se encontraba en situación similar para negociar con el presidente azerbaiyano Ilham Aliev.
El acuerdo elimina el Grupo de Minsk de la Organización para la Cooperación en Seguridad en Europa, que dedicó décadas a mediar entre los países del Cáucaso. Lucharon por un acercamiento en la década de 1990. Sin embargo, Azerbaiyán gastó su riqueza petrolera en misiles y otras armas sofisticadas, lo que le otorgó una clara ventaja. La asistencia material y logística de Turquía también inclinó la balanza.
El acuerdo prohíbe la presencia de fuerzas armadas de terceros países en la frontera. La Misión de Observación de la Unión Europea desempeñó un papel crucial en la prevención de la escalada del conflicto hasta 2023, cuando las fuerzas azerbaiyanas invadieron el territorio. La prohibición de fuerzas extranjeras abarca a los guardias fronterizos rusos que vigilaban partes de las fronteras armenias.