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Opinion - Suren Sargsian, investigador, analista y experto en política exterior estadounidense.
Los cambios globales y la posición de Armenia
15 de Marzo de 2025

En un mundo en constante cambio, todos los países, incluso las superpotencias globales, están ajustando velozmente sus enfoques geopolíticos para adaptarse a los desafíos y problemas contemporáneos. Las transformaciones globales de las grandes potencias afectan inevitablemente a los actores medianos y pequeños, quienes también se ven obligados a afrontar nuevas realidades y cambiar sus reglas de juego.

Naturalmente, no todos pueden resistir este intenso proceso, y algunos quedan relegados a un segundo plano, convirtiéndose en estados en declive o fallidos. Solo quienes pueden navegar con precisión estos procesos, evaluar correctamente los desafíos, anticipar posibles escenarios de cambio e implementar una política exterior adecuada y acorde con las tendencias globales emergen victoriosos.

Desafortunadamente, nada de esto aplica a la Armenia actual, que lucha por encontrar su lugar dentro de las transformaciones globales y consolidar su posición mediante la construcción de un Estado libre y seguro. Desde esta perspectiva, la situación de Armenia se ha vuelto cada vez más compleja, a medida que ha buscado simultáneamente vínculos más estrechos con el Occidente colectivo en los últimos años, pero resultó que el propio "Occidente colectivo" no es tan "colectivo" como parece.

Las tensiones de Estados Unidos con la UE y la OTAN, sumadas a las amenazas de retirada y las propuestas de un marco de seguridad europeo liderado por Francia-Alemania, han dañado gravemente la unidad de la OTAN. Incluso una reducción de la participación estadounidense, salvo una retirada completa, debilitaría sustancialmente la cohesión de la alianza.

Por el contrario, si bien Ereván buscaba vínculos más estrechos con Estados Unidos, exigía reciprocidad. La administración Trump aún no ha aclarado su postura sobre la asociación estratégica entre Estados Unidos y Armenia, una iniciativa de la administración Biden destinada a reducir la dependencia armenia de Rusia. Dadas las diferentes prioridades de Trump, el futuro y las implicaciones prácticas de la asociación siguen siendo inciertos. Al mismo tiempo, Armenia no evaluó correctamente la política de la administración Trump hacia Rusia. Cuando el parlamento armenio aprobó el proyecto de ley de integración europea en primera lectura, pocas horas después, Putin y Trump mantuvieron una conversación telefónica. Como resultado, las relaciones entre Estados Unidos y Europa se deterioraron significativamente, mientras que las relaciones entre Estados Unidos y Rusia mejoraron.

El desplazamiento de Armenia hacia el oeste ha tensado las relaciones con China y Rusia. Ereván evitó profundizar sus lazos con China, negándose a firmar una carta de asociación estratégica a pesar de las ofertas de inversión de Pekín y acuerdos similares con Azerbaiyán y Georgia. Armenia tampoco se involucró significativamente en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, lo que provocó el descontento de Pekín. Además, su adhesión a la alianza por la libertad religiosa impulsada por Mike Pompeo, percibida como antichina, exacerbó las tensiones. En consecuencia, China no ha tenido embajador en Ereván durante casi ocho meses, una situación sin precedentes en sus relaciones bilaterales.

En cuanto a las relaciones entre Armenia y Rusia, actualmente son tensas, marcadas por una tensión sin precedentes y una retórica irrespetuosa por parte de altos funcionarios. Esta negatividad también se refleja en las relaciones de Armenia con la Unión Económica Euroasiática (UEEA), así como con la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC).

En cuanto a las relaciones de Armenia con sus demás vecinos, parece que Ereván no está logrando normalizar las relaciones con Bakú y Ankara, a pesar de que Pashinian ha cumplido todas sus condiciones previas sin excepción, haciendo todas las concesiones posibles para lograr la normalización; sin embargo, aún no se vislumbra una solución. En cuanto a Irán, las relaciones con Teherán tampoco son del todo fluidas, sobre todo considerando que Irán sigue siendo el único país que se opone abiertamente a la existencia del proyecto del corredor turco-azerbaiyano que divide Armenia.

En cuanto a Georgia, un país de vital importancia para Armenia, está implementando claramente cambios en su política exterior para adaptarse a los cambios globales. Tras sortear numerosas complejidades, Georgia parece haber adoptado una estrategia bien definida destinada a mantener relaciones equilibradas con todos los actores globales, incluida Rusia, con la que sus relaciones se encontraban previamente en un estado lamentable. Desafortunadamente, a pesar de ciertas similitudes, Armenia no ha podido comprender, interpretar ni adoptar el enfoque de Georgia en cuanto al mantenimiento de las relaciones con actores globales claves.

Podría parecer que las relaciones de Armenia con India o Francia son de alto nivel y que estos países convierten a Armenia en un actor importante en el Cáucaso Sur al suministrarle armas. Sin embargo, no es así. Si bien es importante que Armenia pueda adquirir equipo militar de nuevos mercados como Francia e India, estas adquisiciones apenas cubren las necesidades mínimas del ejército armenio, considerando los desafíos globales que enfrenta actualmente. Estos suministros son en gran medida simbólicos y no pueden considerarse entregas de equipo militar en cantidades suficientes para que las fuerzas armadas armenias puedan contrarrestar una posible agresión azerbaiyana.

Todos los hechos mencionados indican la incapacidad del gobierno armenio para gestionar el frente externo, lo cual impacta significativamente los procesos políticos internos. Un entorno inestable e inseguro representa un nuevo desafío para las inversiones extranjeras, cuyo volumen sigue siendo relativamente pequeño y está muy por debajo de los niveles prometidos por la revolución de Pashinian. Por lo tanto, se puede afirmar con certeza que la política exterior de Armenia ha fracasado en todos los frentes, y el país no ha logrado ningún éxito significativo o tangible en política exterior desde 2018.

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