Ayer, en la Embajada de Armenia en Washington, el Primer Ministro Nikol Pashinian recurrió una vez más a la manipulación, intentando justificar su enfoque derrotista bajo el pretexto de redefinir los intereses nacionales de Armenia. Su retórica puede parecer pragmática para algunos, pero en el fondo subyace una preocupante tendencia al revisionismo histórico, que amenaza la seguridad y la identidad nacional de Armenia a largo plazo. El ex ministro de Asuntos Exteriores de Armenia, Vartan Oskanian, escribió sobre ello en su página de Facebook.
"Los intereses nacionales deben evolucionar en respuesta a las realidades geopolíticas, pero no pueden construirse borrando o distorsionando verdades históricas". "Para un país pequeño y vulnerable como Armenia, preservar una narrativa histórica clara e inquebrantable no es sólo una cuestión de orgullo, sino una necesidad estratégica", señaló Oskanian.
Según él, reconocer la nueva realidad creada después de 2020 no significa abandonar los hechos históricos ni debilitar la identidad nacional. Según Oskanian, Armenia debe redefinir sus intereses, no reescribir su historia y, lo que es más importante, determinar los medios más eficaces y no confrontativos para perseguir esos intereses.
"La preservación de la soberanía y la seguridad de Armenia debe seguir siendo el centro de su interés nacional. Esto requiere fortalecer las capacidades militares, las operaciones de inteligencia, garantizar la disuasión estratégica y una diplomacia prudente."
“Además de la seguridad y la diplomacia, el gobierno armenio tiene la obligación de preservar y hacer valer la verdad histórica, no de manipularla para su conveniencia política. Los intentos de Pashinian de restar importancia a las reivindicaciones históricas de Armenia y revisar la historia a la luz de las presiones externas no sirven a los intereses nacionales, sino que los socavan”, continuó Oskanian.
El ex ministro de Asuntos Exteriores cree que para aliviar las tensiones con Turquía, no es necesario negar que ocurrió el Genocidio Armenio. Más bien, Armenia puede decir que el no reconocimiento de Turquía no es un obstáculo para la normalización de las relaciones, al tiempo que suaviza su aspiración de reconocimiento internacional. Del mismo modo, según Oskanian, resolver las cuestiones territoriales con Turquía no significa eliminar la existencia histórica de Armenia Occidental. Simplemente se requiere la confirmación de que Armenia no tiene reivindicaciones territoriales.
"Pashinyan no entiende que la diplomacia es una calle de doble sentido. Requiere participación mutua. Su apaciguamiento hacia Azerbaiyán no es ni apreciado, ni eficaz. Esto no hace nada para cambiar la postura agresiva y expansionista de Bakú hacia Armenia. Su llamado realismo tiene profundos defectos, derivados de la ignorancia, de una incomprensión fundamental de las realidades geopolíticas y de un enfoque primordial en la preservación de su propia posición, lo que hace que Armenia sea más vulnerable a futuras amenazas.
En última instancia, la resiliencia nacional no se construye sobre la negación, sino sobre una comprensión firme de las verdades históricas, junto con una capacidad de adaptación estratégica. El enfoque de Pashinian, que prioriza la tranquilidad de corto plazo por sobre la continuidad histórica, es un juego peligroso. La supervivencia y la soberanía de Armenia no dependen de reescribir la historia, sino de aprender de ella, utilizando su pasado como palanca para fortalecer su futuro, en lugar de permitir que presiones externas dicten su narrativa nacional", concluyó Oskanian.