En los últimos días se han producido acontecimientos dramáticos en Siria. El colapso inesperado de más de cinco décadas de gobierno de la familia Al-Assad en Siria en un solo día –similar a la situación en Afganistán– llevó a la desaparición total del ejército sirio, lo que indica un cambio en el panorama geopolítico de la región.
El gobierno de Bashar al-Assad dependía principalmente del apoyo de Rusia e Irán, que llegó incluso a establecer bases militares en Siria para ejercer influencia en Oriente Medio. Sin embargo, esta situación no duró mucho. La oposición siria, apoyada por Turquía, no estaba dispuesta a reconciliarse con el statu quo. En un momento en que los recursos de Rusia eran insuficientes para perseguir sus intereses en múltiples frentes, incluido Ucrania, y cuando Irán, junto con su aliado Hezbollah, se encontraba en una situación difícil debido a un conflicto indirecto con Israel, surgieron condiciones favorables para que las fuerzas apoyadas por Turquía tomaran el poder en Siria. La familia Assad encontró asilo político en Moscú después de una guerra civil de 13 años y casi seis décadas de gobierno familiar.
Estos acontecimientos son cruciales para el futuro de Oriente Medio, pero también debemos considerar su posible impacto en Armenia y el Cáucaso Sur, especialmente porque en ambas regiones están implicadas las mismas partes. Turquía tiene amplias aspiraciones geopolíticas. Una de ellas es establecer el llamado “Corredor Zangezur”, que es una ruta de transporte que conecta Azerbaiyán con su enclave de Nakhchivan (Najichevan) a través de la provincia armenia de Syunik.
Este proyecto tiene un enorme potencial para aumentar la influencia de Turquía no sólo en el Cáucaso meridional, sino también en Asia central y Oriente Medio, y para debilitar la posición de Irán al limitar su conexión con Europa. Con su creciente influencia en Siria y la presencia cada vez menor de Rusia e Irán allí, Turquía está en camino de lograr muchos de sus objetivos regionales.
Este cambio en Oriente Medio coincide con los intereses estadounidenses de larga data en Siria, que desde hace tiempo están impulsados por ciertos objetivos estratégicos, en particular la lucha contra potencias rivales como Rusia e Irán. En este contexto, podemos observar el siguiente panorama. Durante años, Rusia, el principal competidor global de Estados Unidos, estuvo involucrada en Siria con una presencia militar para apoyar a Asad, pero ahora, el enfoque de Rusia en la guerra en Ucrania y sus posteriores retiradas militares de Siria reflejan los intereses estadounidenses, lo que la coloca en una posición más favorable.
Irán, otro adversario clave de Estados Unidos, también había estado profundamente involucrado en el apoyo a Assad, pero redujo su compromiso debido a su enfrentamiento con Israel.
El presidente Assad, cuyo gobierno era considerado un régimen enemigo por los estadounidenses, ha abandonado la escena siria. El vacío dejado por la retirada de Rusia e Irán ha abierto la puerta a otro actor: Turquía, un aliado estratégico de los EE.UU. (aunque problemático, pero aliado de todos modos), que ha ampliado significativamente su esfera de influencia en Siria. Cabe destacar que fue gracias a los esfuerzos combinados de Rusia, Irán y Turquía en el conflicto sirio que la influencia de los EE.UU. en este conflicto se había reducido al mínimo.
Israel, el principal aliado estratégico de Estados Unidos, también ha tenido intereses claros en Siria durante todo el conflicto. Con la caída del gobierno de Asad, es probable que Israel aumente su influencia en Siria. En la actualidad, las fuerzas más influyentes en Siria son los aliados estratégicos de Estados Unidos: Israel, Turquía (con todos sus representantes) y los kurdos, otro socio clave de Estados Unidos en la región.
Aunque la situación sigue siendo volátil y no está completamente bajo control, la salida de actores globales como Rusia e Irán del conflicto, y los actores alineados con Estados Unidos que ahora desempeñan un papel crucial en Siria, es un cambio significativo en la región. La pregunta central es si Turquía está satisfecha con el statu quo actual. Esto depende de las oportunidades de expansión y de cuánto permitan Rusia e Irán a Ankara aumentar su influencia en el Cáucaso Sur. Comprender esta dinámica es crucial para evaluar la capacidad de Turquía para mantener su creciente influencia en la región.
Además, es esencial evaluar la estabilidad de la situación en Siria y los recursos que requerirá Turquía. ¿Tendrá Turquía suficientes recursos para expandir su influencia a otras regiones? Un factor importante a considerar es que los éxitos de Turquía están estrechamente vinculados al debilitamiento de las posiciones de Irán y Rusia. Ambos países siempre han considerado sus intereses en Siria como críticos y han considerado que la lucha por ellos no es negociable. Sin embargo, no han sido capaces de hacer cumplir estas “líneas rojas”, lo que ha llevado a una retirada de Siria.
Una preocupación similar para Irán es la cuestión del corredor en Syunik, y no está claro si Irán hará concesiones también en este aspecto. Cabe destacar que Irán y Rusia ya han hecho concesiones a Turquía en relación con la cuestión de Artsaj, lo que dio como resultado la retirada de Rusia de Artsaj y el control turco-azerbaiyano sobre las zonas fronterizas que antes estaban en manos de los armenios.
Esta secuencia sugiere que el debilitamiento de Rusia e Irán comenzó con Artsaj, se extendió a Siria y podría extenderse a Syunik o al llamado corredor de Zangezur. Y si Moscú y Teherán no pudieron mantener su influencia en Siria, es posible que la encuentren igualmente difícil en la región del Cáucaso Sur.