La primera presidencia de Trump se caracterizó por una actitud pasiva ante la política estadounidense en el Cáucaso Sur.
Estados Unidos no estaba particularmente interesado en lo que sucedía en esa región, por lo que la administración Trump se centró principalmente en regiones que eran de particular interés y vital importancia, como Oriente Medio, Asia y Asia Central. En consecuencia, la administración Trump no participó significativamente en la guerra desatada por Azerbaiyán en 2020, que tuvo lugar en el pico de la temporada de elecciones presidenciales estadounidenses.
Preocupado por las elecciones, Trump hizo algunas declaraciones dirigidas a los armenios y envió a su asesor de seguridad nacional a reunirse con la comunidad armenia, pero no pudo o no quiso tomar medidas reales para detener la guerra. Incluso después de invitar a los ministros de Asuntos Exteriores de Armenia y Azerbaiyán a Washington, no se logró un alto el fuego.
De hecho, durante el gobierno de Trump, Artsaj fue atacada y, durante el de Biden, sufrió una despoblación y una limpieza étnica de los armenios, a pesar de la limitada participación del gobierno de Trump y del compromiso activo del gobierno de Biden en la región del Cáucaso Sur.
Hoy en día, es difícil predecir qué política exterior seguirá Trump y en qué se diferenciará de su primer mandato.
Por un lado, los tiempos han cambiado, especialmente dada la guerra en curso en Ucrania; por otro, la propia política estadounidense ha cambiado bajo la administración Biden. Biden tenía una política clara en el Cáucaso Sur y aspiraba a ver un acuerdo de paz en las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán y entre Armenia y Turquía para el final de su presidencia. Además, Estados Unidos pudo aumentar su participación en el Cáucaso Sur debido al papel disminuido de Rusia tras la guerra entre Armenia y Azerbaiyán de 2020 y su participación en la guerra de Ucrania. Esto le permitió a Estados Unidos llenar ese vacío y establecer rápidamente una presencia en el Cáucaso Sur.
Es importante tener en cuenta que si Trump logra poner fin a la guerra en Ucrania, Rusia inevitablemente buscará regresar al Cáucaso Sur y atender allí sus intereses vitales, algo que no ha tenido ni los recursos ni el tiempo para hacer debido a su participación en Ucrania, donde enfrenta oposición mundial. Si todo esto ocurre, Rusia regresará sin duda al Cáucaso Sur y el papel y la importancia de Estados Unidos allí disminuirán.
En cuanto a Irán, por un lado, Trump menciona que quiere establecer la paz en Oriente Medio, mientras que por el otro dice que hay que brindarle apoyo incondicional a Israel. Es difícil imaginar cómo se conciliarán estas dos declaraciones, ya que para lograr la paz es necesario negociarla o imponerla, dos enfoques fundamentalmente diferentes. En cualquier caso, una mayor escalada con Irán no se alinea con los intereses de Armenia, ya que Irán es una de las dos puertas de entrada de Armenia al mundo exterior y ha sido un aliado histórico.
Sin embargo, Trump abrió un nuevo frente de compromiso con la comunidad armenia a través de dos acciones recientes. En primer lugar, se dirigió directamente a la comunidad armenio-estadounidense, utilizando los términos “Artsaj” y “limpieza étnica”, dos frases que las autoridades armenias generalmente evitan. La segunda fue su llamada telefónica al Katolikós Aram I de la Gran Casa de Cilicia, que estaba de visita en Estados Unidos en ese momento. Aunque estas medidas se tomaron durante una campaña electoral, tienen una importancia significativa.
En primer lugar, Trump transmitió su mensaje a la comunidad armenia a través de la Iglesia, en lugar de ponerse en contacto con los dirigentes de Armenia, cuya relación con la Iglesia es muy tensa. Al utilizar el término “limpieza étnica”, Trump también ofreció una evaluación jurídica clara de lo que le ha sucedido al pueblo de Artsaj. Esto implica que, si bien las autoridades de Armenia podrían no intentarlo, la comunidad armenio-estadounidense, los grupos de presión, otras organizaciones y la Iglesia ahora tienen una base para trabajar por el reconocimiento por parte de Estados Unidos de la limpieza étnica en Artsaj, haciendo referencia directa a las palabras del presidente. Sin duda, se trata de una tarea compleja y que requiere mucho tiempo, pero con un esfuerzo unificado, puede lograrse, sin depender del gobierno de Armenia.