Azerbaiyán sigue dándole los últimos retoques a Bakú antes de la conferencia internacional sobre el clima COP29. Los gobiernos anfitriones tratan la Conferencia Anual de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de manera muy similar a como tratan los Juegos Olímpicos o la Copa Mundial de la FIFA: no solo recaudan dólares de los turistas cuando los delegados y visitantes llenan los hoteles y los restaurantes de cinco estrellas, sino que también se reinventan para el público internacional.
Los Emiratos Árabes Unidos, anfitrión de 2023, no pudieron destacar fácilmente su ambientalismo dado que son el octavo mayor productor de petróleo y el décimo mayor productor de gas del mundo y, por lo tanto, se proyectaron a sí mismos como si estuvieran señalando las fallas del cambio climático y trataron de resaltar sus propias contribuciones.
Los Emiratos Árabes Unidos no son la única monarquía o petroestado que ha sido anfitrión de la conferencia climática. Qatar lo fue en 2012 e Indonesia, otro miembro de la OPEP, fue coanfitriona en 2007. Sin embargo, la elección de Azerbaiyán fue particularmente perniciosa.
A primera vista, Azerbaiyán es una opción ridícula. No puede presentarse como una víctima potencial del cambio climático; su principal preocupación ambiental no es el clima, sino su propia contaminación y la capacidad de quienes están relacionados con la familia gobernante Aliyev de estar por encima de la ley.
Bakú es uno de los estados más autoritarios del mundo y, según la clasificación de Freedom House, el país menos libre en haber acogido la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. El régimen de Aliyev se sitúa justo por encima del Afganistán de los talibanes en la puntuación total, pero Freedom House, evalúa que los afganos tienen mayores derechos políticos bajo los talibanes que los azerbaiyanos bajo Aliyev. Freedom House también clasifica a Nagorno-Karabaj, que Azerbaiyán conquistó hace poco más de un año y hoy administra, como el lugar menos libre del mundo, peor que Corea del Norte, Eritrea o el Tíbet bajo dominio chino. El silencio de muchas voces de derechos humanos que criticaron las restricciones de expresión en Dubái o las prácticas laborales de los inmigrantes en Doha no exculpa a Bakú; sólo incrimina a los que guardan un silencio selectivo.
La concesión de los derechos de hospedaje a los Aliyev también blanquea la cleptocracia del país. Muchos anfitriones anteriores tienen problemas de corrupción, pero no al nivel de Azerbaiyán. No sólo la libertad está en declive en Azerbaiyán, sino que es uno de los estados más corruptos del mundo. Transparencia Internacional considera que Azerbaiyán es mucho más corrupto que los Emiratos Árabes Unidos o Qatar, por ejemplo, e incluso peor que Rusia, Líbano e Irán. Se dice que las dos hijas de Aliyev controlan un imperio empresarial que vale más de 13.000 millones de dólares.
La oportunidad de Azerbaiyán de ser anfitrión se debió al sistema de rotación que las Naciones Unidas implementaron después de que la conferencia climática creciera en tamaño y prestigio, pero no era el único candidato. Armenia, un país cuya marca es el ambientalismo, también buscó ser anfitrión. Azerbaiyán utilizó a los rehenes armenios que capturó como moneda de cambio, diciendo a los intermediarios que los liberaría solo si Armenia retiraba su oferta.
El Departamento de Estado de EE.UU., ansioso por negociar la paz entre Armenia y Azerbaiyán, instó al primer ministro armenio, Nikol Pashinian, a cumplir. Retiró la oferta, pero Azerbaiyán continuó manteniendo prisioneros armenios y ocupando más de 200 kilómetros cuadrados de tierra que la comunidad internacional reconoce como Armenia. Después de la limpieza étnica del año pasado de la milenaria comunidad armenia indígena de Nagorno-Karabaj, Azerbaiyán también ha comenzado sistemáticamente a destruir el patrimonio armenio en toda la región. Peor aún, dirige viajes de dignatarios extranjeros, incluidos los miembros de think tanks de Washington y el embajador de Estados Unidos en Bakú, a versiones higienizadas de asentamientos antiguos que parecen Disneylandia en su lugar. Este tipo de viajes se hará cada vez más frecuente a medida que Bakú intente normalizar la limpieza étnica. Si la Casa Blanca bendijese a Azerbaiyán por acoger hoy la COP29, equivaldría a permitir que el Iraq de Saddam Hussein acoja un foro internacional mientras sigue ocupando Kuwait, o que el Departamento de Estado permitiera a su embajador en Moscú realizar una gira de propaganda por Crimea organizada por el Kremlin.
Biden comete otro error al nombrar a John Podesta para encabezar la delegación estadounidense. Podesta reemplazó a John Kerry como enviado de Biden para cuestiones climáticas, pero hay partes de su currículum que llaman la atención. Ganó prominencia como jefe de gabinete de Bill Clinton. Después de que Clinton dejó el cargo, él y su hermano Tony cofundaron Podesta Associates, Inc. (ahora Podesta Group), que cuenta a BP, entre sus principales clientes. BP es quizás el principal socio occidental de Azerbaiyám y parece presionar al Reino Unido, si no a otros gobiernos occidentales, para que ignoren el comportamiento cada vez más errático del presidente Ilham Aliyev.
El hecho de que Podesta y la administración Biden en general elogien hoy al régimen azerbaiyano es profundamente problemático.
“Estados Unidos valora el liderazgo de Azerbaiyán. El presidente Ilham Aliyev ha nombrado un equipo (ambiental) fuerte… Hemos alineado nuestras prioridades desde que Azerbaiyán aceptó ser anfitrión de la COP29 hace poco menos de un año”, habría dicho Podesta . Si esas prioridades incluyen apuñalar a disidentes en Francia, destruir iglesias, encarcelar a armenios con cargos inventados y amenazar la existencia de su vecino, entonces los valores están alineados.
Es hora de que Joe Biden, imite la decisión del rey Carlos III de no asistir a la COP29 en Bakú. Al igual que cuando Estados Unidos boicoteó la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia en Durban, Sudáfrica, porque se había convertido en una orgía de antisemitismo. A veces la ausencia es una declaración más poderosa que la asistencia. Es hora de que Podesta se quede en casa y de enviarle una señal a uno de los estados más opresivos del mundo de que no puede usar el medio ambiente y la diplomacia del caviar para eludir su historial y sus acciones.
(Michael Rubin, es miembro senior del American Enterprise Institute y director de análisis de políticas en el Middle East Forum. Ex funcionario del Pentágono, el Dr. Rubin ha vivido en Irán después de la revolución, Yemen e Irak antes y después de la guerra. También pasó tiempo con los talibanes antes del 11 de septiembre. Durante más de una década, impartió clases sobre los conflictos, la cultura y el terrorismo en el Cuerno de África y Oriente Medio a unidades desplegadas de la Marina y los Marines de los EE. UU.. El Dr. Rubin es autor, coautor y coeditor de varios libros que exploran la diplomacia, la historia iraní, la cultura árabe, los estudios kurdos y la política chiíta. Las opiniones y puntos de vista expresados son suyos.)
En la foto de portada, el presidente Joe Biden habla por teléfono con el presidente chino Xi Jinping, el jueves 9 de septiembre de 2021, en la Sala de Tratados de la Casa Blanca (foto oficial de la Casa Blanca por Adam Schultz)