A pesar de la caída de la calificación de Azerbaiyán en el mundo, del 11 al 24 de noviembre se celebrará en Bakú la 29ª conferencia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP29. 

El gobierno de Azerbaiyán ha pedido a todos los países del mundo en conflicto que depongan las armas durante el evento. Sin embargo, los activistas de derechos humanos y algunos políticos han acusado a Azerbaiyán de hipocresía, citando el hecho de la deportación de más de 100.000 residentes de Artsaj y la limpieza étnica de los armenios. Lo informa el servicio persa "Radio Farda".

Según la misma fuente, el principal negociador de Azerbaiyán en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Yalchin Rafiyev, afirmó respecto a la petición de su país de un "alto el fuego global", que la iniciativa de alto el fuego con Armenia no tiene nada que ver.

La elección de Bakú como sede de la conferencia de representantes de la ONU sobre el cambio climático, ha recibido una respuesta negativa por parte de organizaciones internacionales y activistas independientes que se ocupan de la protección del medio ambiente y los derechos humanos.

Los círculos de expertos iraníes también creen que, debido a una serie de circunstancias, Azerbaiyán no era la mejor opción para albergar el evento. 

Son bastante notables las opiniones expuestas por el analista iraní Ahmad Kazemi en Iran Diplomacy, en relación con la consideración inapropiada de celebrar el evento en Bakú. 

Según el experto, la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático es uno de los logros más importantes del derecho ambiental internacional, que se deriva de las declaraciones y documentos fundamentales del derecho ambiental internacional, en particular la Declaración de Estocolmo (1972) y la Declaración de Río de Janeiro (1992), que se refieren a desafíos medioambientales.

Tras la adopción de la Declaración de Río de Janeiro, el orden de celebración de estas reuniones, según lo establecido, se basa en la lógica de que los países que han desempeñado un papel destacado en la lucha contra la contaminación ambiental sean elegidos como países anfitriones de la conferencia para que sirva de ejemplo a otros países.

Sin embargo, el experto iraní está convencido de que Azerbaiyán no puede figurar entre los países que desempeñaron un papel destacado en la lucha contra la contaminación ambiental, porque Azerbaiyán no tiene indicadores que cumplan con tales requisitos en el ámbito de la protección del medio ambiente.

El analista añade para aclarar su punto:"Según las organizaciones internacionales, la República de Azerbaiyán desempeña el papel más importante en la contaminación petrolera del Mar Caspio debido a su despiadada extracción de petróleo y a sus antiguas plataformas petrolíferas de la época soviética y al incumplimiento de las normas medioambientales. Debido a la peculiaridad del flujo de agua en el Mar Caspio, si la contaminación por petróleo ingresa al mar durante la extracción de combustible por parte de Bakú, la contaminación fluye inevitablemente hacia la costa iraní. Debido a las actividades petroleras anormales de Azerbaiyán, cada año se vierten miles de toneladas de petróleo al Mar Caspio, lo que provoca la formación de manchas de varios kilómetros de longitud. Sin embargo, Bakú se niega a pagar las indemnizaciones previstas por las leyes internacionales por la contaminación petrolera de las costas iraníes. Además, Irán es el único país que no tiene la posibilidad de extraer petróleo en el Mar Caspio".

En su artículo, el analista iraní se refiere a la catastrófica situación medioambiental en la aldea de Soyudlu, en la región de Gyadabey en Azerbaiyán, incluida la propagación del cáncer y la muerte de cientos de personas, los daños a los productos agrícolas y a la apicultura, las fugas de cianuro y otras sustancias tóxicas procedentes de los desechos de la minería del oro, la degradación medioambiental de Azerbaiyán hasta otros casos relacionados con la indiferencia y la desastrosa situación medioambiental que prevalece en el país.

Ahmad Kazemi también informa que las conferencias anuales sobre el cambio climático de las Naciones Unidas están interconectadas no sólo con los derechos ambientales, sino también con los derechos humanos y los derechos humanos ecológicos. Y Azerbaiyán no sólo ha violado los principios del derecho medioambiental internacional, sino que los indicadores registrados por Bakú en el ámbito de los derechos humanos son muy negativos.

El analista pone como ejemplo la violación de los derechos y la represión de los musulmanes chiítas en Azerbaiyán, que constituyen el 80 por ciento de la población del país. Según el analista, en el país hay más de cinco mil presos políticos por creencias religiosas, como lo demuestran los informes de organismos internacionales de derechos humanos. Además, según el artículo, se violan los derechos de las minorías nacionales que viven en Azerbaiyán, incluidos los talish, tats, udis, ávaros, kurdos y otros grupos étnicos.

Según el analista iraní, la experiencia demuestra que para Bakú las conferencias internacionales son una forma de encubrir los casos de violación de los derechos humanos fundamentales en el país. Y la COP29, es una forma eficaz de desviar la atención de la comunidad internacional y de la opinión pública del hecho de la limpieza étnica en Artsaj.

Según el analista, aunque la mayoría de los países occidentales interesados ​​en las reservas de petróleo de Azerbaiyán no respondieron a las atrocidades en Bakú, la Corte Penal Internacional las calificó como un ejemplo de limpieza étnica y un crimen de guerra. Por cierto, el ex primer fiscal del mismo tribunal, Luis Moreno Ocampo, envió una carta abierta a todos los armenios de cara a la COP29 para iniciar una campaña mediática exigiendo la liberación de la cúpula político-militar de Artsaj capturada en Azerbaiyán.

Además, muchas personas, organizaciones ecologistas y de derechos humanos han pedido que se presione a las autoridades azerbaiyanas para que liberen a los prisioneros y rehenes armenios antes de la conferencia.

Por eso, según el analista, al acoger a unos 80.000 participantes en el evento, Azerbaiyán, disfrazado de Estado amante de la paz, intenta desviar la atención de la comunidad internacional de ese terrible crimen a través de la COP29.  

Prosiguiendo con esta reflexión, Ahmad Kazemi añade que para encubrir las noticias sobre la destrucción de monumentos históricos y religiosos pertenecientes a los armenios expulsados ​​de Karabaj, el presidente de Azerbaiyán declaró a Artsaj y su entorno zona de "energía verde". Kazemi expresa su sorpresa de que incluso después de ocupar Artsaj y usurpar una parte del territorio soberano de Armenia, Azerbaiyán se niegue a reconocer oficialmente la integridad territorial de Armenia, imponiendo nuevas exigencias a Ereván a cambio de firmar el tratado de paz.

Además, según el artículo, Azerbaiyán llama a la República de Armenia "Azerbaiyán Occidental", lo que indica las ambiciones territoriales mostradas por Bakú hacia Armenia.