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Opinion - Suren Sargsian, investigador, analista y experto en política exterior estadounidense.
¿Evolucionará la agenda bilateral entre Estados Unidos y Armenia bajo una segunda administración de Trump o de Harris?
20 de Octubre de 2024

Históricamente, el Cáucaso Sur ha carecido de importancia estratégica para Estados Unidos, y ningún presidente desde George H. W. Bush le ha dado prioridad en sus estrategias de seguridad nacional. Sin embargo, Estados Unidos reconoce la importancia de la región debido a su geografía y al potencial para disminuir la influencia de Rusia.

Los círculos políticos y analíticos estadounidenses creen que resolver los conflictos en el Cáucaso Sur, podría reducir el dominio ruso. La proximidad de la región a Rusia, un rival persistente, Irán, un adversario inquebrantable, y Turquía, un aliado estratégico, aumenta aún más su importancia para Estados Unidos. Desde que Armenia obtuvo la independencia, Estados Unidos ha tratado de facilitar la resolución de los conflictos armenio-turco y de Nagorno-Karabaj. Cuando surgieron oportunidades, la diplomacia estadounidense participó activamente en esos esfuerzos.

Durante la presidencia de Clinton, la postura armenia sobre el conflicto de Karabaj y las relaciones con Turquía eran aceptables, lo que llevó a Estados Unidos a intervenir en el asunto. Durante la presidencia de Robert Kocharian, Estados Unidos percibió una oportunidad para resolver el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, e invitó a los líderes de ambos países a Key West y, más tarde, a Washington para negociar. Durante la presidencia de Serzh Sargsian, Estados Unidos también contó con un fuerte apoyo, especialmente en lo que respecta a las relaciones entre Armenia y Turquía, un proceso conocido como “diplomacia del fútbol”, que recibió el respaldo de la administración Obama y de la propia secretaria de estado, Hillary Clinton.

Durante el gobierno de Biden, la política estadounidense hacia Armenia se ha mantenido activa por varias razones. En primer lugar, la influencia rusa se ha debilitado debido a su participación en la crisis de Ucrania. En segundo lugar, Armenia ha mostrado su disposición a hacer concesiones unilaterales para normalizar las relaciones con Turquía y Azerbaiyán. Sin embargo, la falta de reuniones de alto nivel entre Biden y el primer ministro armenio, Nikol Pashinian, sugiere que no se priorizan los temas bilaterales. Esto indica que los intereses estadounidenses en la región son más regionales que bilaterales.

Las administraciones de Trump y Biden son las únicas administraciones estadounidenses que no han tenido contacto directo con Armenia, ya que ni el presidente Trump ni el presidente Biden mantuvieron reuniones ni llamadas telefónicas con el primer ministro Pashinian. La única conversación notable tuvo lugar entre el vicepresidente electo Mike Pence y el presidente Serzh Sargsyan antes del cambio de régimen armenio o “Revolución de Terciopelo”. Pashinian es el único líder armenio que no ha tenido contacto directo con un presidente estadounidense, aunque las comunicaciones de bajo nivel son intensas. Esto indica la falta de una agenda bilateral de alto nivel.

¿Que sigue?

En 15 días, Estados Unidos celebrará elecciones y las perspectivas de un segundo gobierno de Trump o de Harris siguen siendo inciertas. Las políticas de “Estados Unidos primero” de Trump, priorizaron ciertas relaciones exteriores y descuidan otras, en particular el Cáucaso Sur, lo que llevó a un estancamiento de las relaciones, como lo demuestra su limitado compromiso con Armenia, que consistió principalmente en unos pocos apretones de manos formales. Cabe destacar que el gobierno de Trump no intervino de ninguna manera durante los ataques de Azerbaiyán a Artsaj y Armenia en medio de las elecciones presidenciales de 2020.

El gobierno de Biden tampoco tomó medidas concretas para proteger a los armenios de Artsaj de la limpieza étnica producida por Azerbaiyán. Si bien las relaciones de los ejercicios militares entre Estados Unidos y Armenia parecen marcar un avance, los vínculos militares siguen estando poco desarrollados, ya que no ha habido reuniones bilaterales entre los secretarios de Defensa de Estados Unidos y sus homólogos armenios desde el gobierno de Obama. Esto sugiere una falta de temas de alto nivel para discutir en la agenda.

La política exterior de Kamala Harris puede diferir de la de Biden, pero es probable que ambos coincidan en cuestiones globales como la lucha contra Rusia y China. No parece haber planes para incorporar nuevos elementos a la agenda entre Estados Unidos y Armenia ni para profundizar el compromiso. Después de todo, a diferencia de Harris, Biden tenía una importante experiencia en política exterior, un sólido conocimiento de los conflictos del Cáucaso Sur, conexiones con la comunidad armenia y trabajó en estrecha colaboración con los lobistas armenios, lo que le permitió conocer y participar personalmente en cuestiones armenias.

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