El 19 de septiembre de 2023, se cumplió un año del Genocidio de Artsaj, cuando Azerbaiyán invadió el enclave étnico armenio de 3.000 años de antigüedad y el estado autónomo de facto de Artsaj (Nagorno-Karabaj), tras un brutal asedio de 10 meses. Azerbaiyán mató a cientos de armenios y desplazó a casi el 100 por ciento de la población restante. El asedio y la invasión se caracterizaron por un terrible silencio de las potencias mundiales, incluido Estados Unidos, así como por la asombrosa inacción de varios líderes políticos e instituciones internacionales, lo que marcó el inicio de una nueva era de “genocidio aceptable”.
Desde nuestra última declaración hace seis meses, la comunidad internacional no ha tomado prácticamente ninguna medida para buscar justicia para los armenios desplazados de Artsaj o para condenar las acciones del régimen genocida del presidente azerbaiyano Ilham Aliyev. Los desplazados artsajíes siguen en el limbo, los funcionarios y prisioneros de guerra de Artsaj siguen detenidos ilegalmente y Azerbaiyán sigue evadiendo cualquier forma de rendición de cuentas por sus crímenes contra la humanidad y genocidio.
Además, a pesar de las protestas del vecino Irán y de otros miembros de la comunidad internacional, Azerbaiyán ha seguido adelante con una agenda expansionista, reclamando el territorio de la provincia armenia de Syunik para un “corredor Zangezur” controlado por Turquía y Azerbaiyán. Detrás de los argumentos económicos de Azerbaiyán a favor de este corredor se esconde una continua amenaza turco-azerí a la integridad territorial de Armenia y a la estabilidad regional. Si bien Estados Unidos y Rusia han mostrado su apoyo al corredor Zangezur, Irán ha declarado que está firmemente en contra.
El genocidio de Artsaj era trágicamente previsible. El Instituto Lemkin advirtió sobre él a lo largo de 2023 y publicó un informe de 126 páginas que detallaba la amenaza específica a Artsaj el 5 de septiembre de 2023. Varios otros expertos hicieron advertencias similares. Sin embargo, el mundo se quedó de brazos cruzados mientras Azerbaiyán invadía. Como ha advertido en repetidas ocasiones el Instituto Lemkin, el genocidio de Azerbaiyán continúa: los patrones de invasión territorial de territorio armenio, la retórica armenofóbica violenta y la ideología antiarmenia persisten en sus afirmaciones de que toda Armenia es, de hecho, “Azerbaiyán occidental”, sus demandas de cambiar las fronteras entre Armenia y Azerbaiyán a favor de Azerbaiyán y sus demandas de que Armenia reescriba su Constitución. Todas estas son señales de alerta de una campaña de genocidio en curso contra Artsaj y Armenia.
Turquía, que ha perseguido la destrucción física y el borrado cultural de los armenios en el Imperio Otomano, en grandes partes del Cáucaso Sur y en Artsaj, parece estar utilizando ahora a Azerbaiyán para aplicar una “política de reserva” para Armenia que convertiría al país en un Estado residual económica y políticamente débil, que depende completamente de estos dos vecinos hostiles y armenofóbicos para su existencia. Lamentablemente, tanto Estados Unidos como Rusia parecen seguir apoyando los objetivos expansionistas de Turquía sin apenas resistencia, lo que garantiza la impunidad de Turquía.
De hecho, Azerbaiyán ha sido recompensado por su comportamiento ilegal, agresivo e inhumano. Por ejemplo, la próxima conferencia COP29 en Bakú (la capital de Azerbaiyán), contra la que el Instituto Lemkin y otras ONG han protestado repetidamente, se celebrará en noviembre de 2024 sin ningún reconocimiento público de las acciones genocidas de Azerbaiyán por parte de los patrocinadores del evento de las Naciones Unidas. Hasta ahora, estas mismas oficinas no se han pronunciado contra la detención ilegal de decenas de armenios por parte de Azerbaiyán ni contra sus desquiciadas declaraciones armenofóbicas. Permitir que Azerbaiyán maquille de verde su continuo genocidio y violencia contra los armenios sólo envalentonará sus demandas de más territorio armenio y le dará un mayor control político sobre Armenia en el ejercicio de sus derechos soberanos.
El jurisprudencia internacional garantiza el derecho al retorno de los armenios de Artsaj. El presidente Aliyev ha intentado evitar este detalle sugiriendo hipócritamente que los armenios de Artsaj son libres de regresar como ciudadanos azerbaiyanos, a pesar del odio antiarmenio institucionalizado de su propio gobierno. Mientras tanto, Aliyev también está ocupado destruyendo hogares y patrimonio cultural armenios en la región y ha dicho repetidamente que Artsaj es territorio histórico azerbaiyano.
Lamentablemente, debido al ambiente político hostil para Armenia en la región, también hay vacilación dentro de Armenia con respecto a la defensa de los derechos de los armenios de Artsaj. El 9 de septiembre de 2024, el presidente del Parlamento armenio, Alen Simonian, se dirigió al Parlamento armenio y pidió la disolución de la comisión interparlamentaria entre Armenia y Artsaj, a pesar de que el gobierno de Artsaj, elegido democráticamente, se ha reorganizado como gobierno en el exilio. El presidente Simonian también ha declarado que no existe ninguna base jurídica para la existencia de “Nagorno-Karabaj” [Artsaj], argumentando que “legalmente, Nagorno-Karabaj no existe como entidad… solo existen nuestros compatriotas (de Artsaj) que fueron desplazados y cuyos problemas el gobierno armenio está abordando de manera excelente”.
Es importante señalar que los dirigentes de la República de Artsaj, renunciaron a la condición de entidad autónoma de Artsaj, bajo coacción y como consecuencia de la agresión y las amenazas azerbaiyanas, que provocaron el éxodo de los 120.000 armenios de Artsaj. Los miembros del gobierno de Artsaj que lograron escapar de la captura del ejército azerbaiyano en los puestos de control de salida, se reorganizaron una vez que llegaron a un lugar seguro.
El Instituto Lemkin defiende los derechos de las personas desplazadas por procesos genocidas. Uno de estos derechos es el derecho a regresar a sus hogares. Otro es el derecho a exigir la autodeterminación de su grupo en sus tierras ancestrales. Nos resistimos a la idea de que el desplazamiento genocida debe ser permanente y rechazamos el consenso emergente entre las principales potencias, de que debemos vivir en un mundo en el que los estados y las organizaciones genocidas operan con total impunidad.
Por ello, en este triste aniversario, renovamos nuestro llamado a la rendición de cuentas internacional por los crímenes atroces, a la liberación inmediata de todos los detenidos armenios en Azerbaiyán y a la protección de los derechos políticos, culturales y humanos del pueblo armenio, tanto en la República de Artsaj como en la República de Armenia y en la diáspora mundial.
El silencio y la inacción no deben prevalecer. Es fundamental que los actores internacionales tengan el valor de pedir que se ponga fin a la impunidad de la que goza la República de Azerbaiyán.