El 19 de septiembre del año pasado, Ruben Vardanyan, un exitoso hombre de negocios, filántropo internacional y orgulloso armenio, fue capturado y encarcelado ilegalmente por el ejército azerbaiyano.
Desde entonces, él y otros 22 armenios han sido retenidos ilegalmente como rehenes por las autoridades azerbaiyanas; se les ha negado un juicio adecuado y el acceso a asesoramiento jurídico internacional independiente o a cualquier visita; se les ha negado alimentación adecuada o tratamiento médico y, como descubrimos recientemente, han sido terriblemente maltratados.
Entre los 23 detenidos por el Gobierno de Azerbaiyán se encuentran otros siete dirigentes políticos de Nagorno-Karabaj, además de civiles inocentes.
No debería sorprendernos: Azerbaiyán es un país que tiene poco respeto por los derechos humanos y por el derecho internacional. El país tiene una puntuación de 7 sobre 100 según Freedom House, que hace un seguimiento de la democracia y la libertad en los distintos países.
Desde 2003, cuando Ilham Aliyev asumió la presidencia de manos de su padre, la corrupción se ha vuelto aún más rampante, las libertades civiles han sido destruidas y la oposición política ha sido aplastada, sin dejar espacio para la expresión independiente o el activismo.
Los periodistas se enfrentan a acoso, chantaje e intentos de soborno. Si se resisten, son encarcelados. Los que se van se enfrentan a la persecución de sus familias.
Ruben fue capturado cuando el ejército azerbaiyano fue enviado a Nagorno-Karabaj, una región en disputa entre Azerbaiyán y Armenia, donde intentaba proteger a la población armenia local de la violencia que se avecinaba. Tras un asedio absoluto de diez meses que privó a la población local de alimentos, combustible y suministros médicos básicos, Azerbaiyán obligó a más de 100.000 armenios a abandonar sus hogares y posesiones y huir en busca de seguridad. Muchos lo han calificado de genocidio.
Rubén es un líder empresarial competente y comprometido. Se ha dedicado a una amplia gama de causas filantrópicas, incluidas escuelas, universidades y el Premio Aurora, que reconoce a personas por su extraordinaria labor humanitaria en todo el mundo (y del cual soy miembro del Consejo Directivo).
Ahora la comunidad internacional tiene la oportunidad de responder a su detención ilegal y a la de otros prisioneros armenios detenidos ilegalmente. Apenas un año después de su flagrante agresión, en noviembre Azerbaiyán acogerá la COP29, la cumbre de las Naciones Unidas sobre el cambio climático en su capital, Bakú. Se trata de las mayores conversaciones internacionales sobre el clima.
El hecho de que Bakú haya sido elegida como ciudad anfitriona es un tema muy polémico. Casi la mitad de su PBI y el 90 por ciento de sus ingresos por exportaciones provienen de la producción de petróleo y gas. El presidente del país no tiene ningún interés serio en abordar el cambio climático o reducir las emisiones. De hecho, a principios de este año, el presidente Aliyev dijo que quería aumentar la producción de gas en un tercio durante la próxima década y dejó en claro que ser anfitrión de la COP29 no les impediría invertir en el gas “proporcionado por Dios”.
Los representantes del Gobierno han afirmado que quieren que esta sea la “COP de la Paz”, a pesar de haber invadido un país vecino hace menos de un año y de no haber conseguido todavía un acuerdo de paz justo, ni de haber mostrado ninguna intención real de hacerlo. Siguen manteniendo prisioneros políticos y no están mejorando la situación de los derechos humanos. Hace apenas unos días (4 de julio), Amnistía Internacional pidió a las Naciones Unidas que se asegure de que las autoridades azerbaiyanas respeten los derechos internacionales a la libertad de expresión y de reunión pacífica de todos los asistentes a la COP.
Los miembros del Parlamento Europeo han llamado abiertamente al boicot. Cada vez más gobiernos de todo el mundo están expresando su enojo por la conducta de Azerbaiyán. Espero sinceramente que David Lammy, el nuevo Ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, se sume a este coro creciente, dado su compromiso declarado con los derechos humanos. Las Naciones Unidas deberían exigir a Azerbaiyán la liberación de todos los prisioneros armenios antes de la cumbre COP29, así como iniciar una revisión de cómo se seleccionan los futuros países anfitriones.
Tú también puedes actuar. Puedes escribir a Elon Suleymanov, embajador de Azerbaiyán en el Reino Unido, a su embajada en el número 66 de Holland Park, Londres, para exigir que su país libere de inmediato a sus prisioneros políticos y rehenes. También puedes registrar tu apoyo en el sitio web de la campaña para liberar a los prisioneros armenios y seguir la campaña en las redes sociales.