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PREMIO MEJOR MEDIO DE PRENSA PUBLICADO EN LENGUA EXTRANJERA - MINISTERIO DE LA DIASPORA DE ARMENIA 2015
Opinion - Hagop Avedikian, Ereván
Nuestro talón de Aquiles: la educación
21 de Julio de 2024

Hay un criterio aceptado en la ciencia política, según el cual el mejor gobierno es aquel cuya presencia aparentemente no se nota, no oprime, no impone.

Además, en algunos casos y en algunos países, este criterio se supera por sí solo: un buen gobierno es aquel cuya ausencia no es significativa, todo va según su curso, según el principio de autorregulación y autogobierno público. Un claro ejemplo de ello nos lo dio en 2008 un país tan pequeño como el territorio de Armenia, Bélgica, con una población tres veces mayor, que permaneció sin gobierno durante 18 meses, pero como dijo uno de mis colegas belgas con una sonrisa indiferente, esa ausencia sólo fue perceptible por los periodistas que habían sido privados del placer de... estafar al gobierno.

Los belgas, como muchos países europeos, han alcanzado ese estándar, que nos parece idílico, a través de una amarga experiencia: su país fue dos veces base de apoyo de los ejércitos alemanes en el siglo XX, sufrió miles de víctimas, fue completamente destruído.

Resistieron y resistieron, reconstruyeron todo, crearon un país rico con un nivel de educación ejemplar, una sociedad consciente de sus derechos y responsabilidades, ganándose la admiración y el respeto de los pueblos vecinos. Pero lo más importante es que su sistema educativo, escuelas y universidades crearon una sociedad civil real, dotada de mecanismos especiales de autogobierno, autorregulación y autocontrol, a pesar de ser un Estado multiétnico, multilingüe y multireligioso.

Por supuesto, no se puede comparar Armenia, que se encuentra entre las piedras de los molinos que trituran los numerosos problemas de la región, con la posición geográfica, política, económica y el entorno de Bélgica, pero hay una cosa principal, que también nosotros estábamos en el apogeo en un pasado no muy lejano, que todavía rogamos que no se ignore, no se olvide: la ciencia, la educación. No sólo en las áreas técnicas, sino también sociológicas, políticas, espirituales, arquitectónicas y muchas otras.

Descendimos desde las alturas hasta el fondo. (Para estar seguros, les sugiero que visiten el Museo de Ciencias Espaciales en el distrito Bagrevand de Ereván, el Observatorio Byuragan o simplemente Madenatarán).

Si tuviéramos un solo cerebro científico-analítico, en 2018 nuestro pueblo no habría confiado el destino del país a un niño aventurero y desequilibrado que guarda rencor personal contra el sistema educativo, que nunca ha gestionado nada en la vida sin malicia y chantaje, sin odio y soberbia, con obscenidad, mentira y en parte en la oscuridad.

Si nuestro pueblo tuviera suficiente educación, no habría permitido que esa persona dirigiera el ejército y la defensa, y después de una dura derrota, habría permanecido en el mismo asiento y entregado partes de la antigua patria.

No abandonaría la Iglesia, la historia, la tradición, no desestimaría a la diáspora, no tendría problemas con los libros de texto y la enseñanza, no cambiaría la Constitución y las leyes según su voluntad, no se enriquecería con la corrupción a gran escala bajo el lema de luchar contra ella, no convertiría la justicia en una herramienta de tiranía a favor de su persona, no convertiría a la policía en un guardaespaldas personal que golpea y dispara, arresta a los opositores, bajo el pretexto de proteger al Estado, no sacaría tropas y armas contra el pueblo, no castigaría a los opositores, no se inclinaría ante sus enemigos para esclavizar, ceder y ceder todo lo que no le pertenece a su persona, incluida la Patria y el Estado, no mentiría todos los días y a cada hora. No se dejaría engañar a sí mismo, a nuestra sociedad y a toda la nación.

La falta de una educación cívica sana y saludable es nuestro talón de Aquiles, la incapacidad para recordar, razonar y analizar. Vamos a necesitar años para que la educación sea efectiva.

¿Tenderemos o nos darán tanto tiempo?

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