Lo que no pudo pasar, pasó.
Podría haber ocurrido antes, inmediatamente después de la guerra de los 44 días, o durante las elecciones parlamentarias extraordinarias, o más tarde, durante o después del asedio de Artsaj, el hambre, la rendición, la entrega, el éxodo de la población nacional. Pero no sucedió por varias razones: la inaceptabilidad del regreso de rostros anteriores, la amenaza de una nueva guerra y nuevas víctimas, la inercia rusa, las promesas en papel de Europa occidental, mentiras, mentiras y mentiras, la incertidumbre, pero también la falta de un carismático líder.
Fue Tavush quien exasperó a la gente y los sacó de su estado de letargo. El tema de la entrega de sus cuatro pueblos, bajo el pretexto de "demarcación y delimitación", a diferencia de las conspiraciones anteriores llevadas a cabo en secreto, comenzó frente al pueblo, sin tapujos.
El estallido de los aldeanos, su determinación de no abandonar su casa, lugar, escuela, templo antiguo, de no rendirse al enemigo fue comprensible y contagioso para todos nosotros. La gente se dio cuenta, quizás por primera vez, de que el mismo peligro amenaza a todo el país, a la Patria, al Estado. La gente se dio cuenta de que el derrotismo y el compromiso, la entrega de territorios nativos y posiciones de defensa al enemigo se convirtieron en un tributo, pagado voluntaria o involuntariamente, autoimpuesto por el grupo gobernante.
El país estaba listo para la revuelta, el país exigía la revuelta, medidas prácticas de protesta y rechazo. Y sorprendentemente para muchos, pero muy naturalmente, como instintivamente, los ojos se centraron en una persona que, como la Iglesia armenia, siempre ha estado con el pueblo, actuó para el pueblo y ahora está lista para liderar al pueblo.
El movimiento "Tavush por la Patria", iniciado por el obispo Bagrat Srbazan, se desarrolló rápidamente, abrumó a muchas personas, reunió y unió a multitudes que estaban al borde de la desesperación, despreciadas por las autoridades y las estructuras políticas y públicas. Todo con la bendición del Patriarca de Todos los Armenios de Etchmiadzin.
En el preciso momento en que escribo estas líneas, ya está llena la Plaza de la República, donde tuvo lugar la manifestación de la rebelión, contra el derrotismo, con el objetivo, como anunciaron los representantes del Movimiento, de detener las obras de "demarcación y delimitación" en curso y la entrega ilegal de los territorios armenios.
El propio Bagrat Srpazan anunció, en respuesta a la pregunta que flotaba en el aire, cuál será el próximo y principal objetivo del mitin: El alejamiento de Nikol Pashinian de todos los cargos, en cuyo caso, dijo el obispo, está dispuesto a reunirse personalmente con él y acordar las circunstancias de su alejamiento. Una respuesta que fue afirmada por una entusiasta multitud.
A estas alturas es difícil decir cuál será la respuesta del Gobierno. ¿Aceptará la solicitud directamente o pedirá tiempo para consultar? Lo descubriremos más adelante. Es una realidad triste y extraordinaria que quien se considera primer ministro no tenga interlocutores que rechazen su política, y más aún, quienes exigen su dimisión. ¿Con quién o a través de quién negociará? Sólo conoce los métodos de la conspiración, el "martillo de acero", la brutalidad policial, el arresto, el bloqueo y la persecución de opositores y las mentiras que ya nadie cree, ni siquiera sus seguidores.
En los últimos días, algunos representantes políticos han divulgado su ansiada solución: elecciones parlamentarias extraordinarias. Por supuesto, es necesario organizar tales elecciones en un futuro próximo. Sin embargo, esto se podrá hacer, sólo cuando la persona que está al mando del poder ejecutivo, que está al mando de todo, haya dejado el cargo con todo su personal y se establezca en Armenia un gobierno temporal, de coalición y solidario, que se ocupe de cuestiones que requieren una solución urgente, incluida la organización de la elección de un nuevo parlamento que sustituya a la actual dictadura parlamentaria.
En este momento, cuando escribo estas lineas, las multitudes que abarrotan la Plaza de la República y avenidas adyacentes lo esperan, lo exigen coreándolo una y otra vez.
La respuesta de Nikole todavía es el silencio.
La solución no se produjo. Por lo tanto, la estabilidad del país, del pueblo y del Estado seguía siendo problemática hasta este momento. La lucha continúa...