Estos últimos días, la Asamblea Nacional de Armenia, estuvo ocupada en una tarea ardua, las remuneraciones de la masa trabajadora pública, el informe de la Asamblea Nacional de la Federación de Rusia y el informe anual de la CCA (Comité Electoral Central).
En el trabajo de estas estructuras todo va bien: transparencia, trabajo heróico, agradecimiento, éxito, bla, bla, bla, qué podemos escribir, estas estructuras son ahora las instituciones de los sentimientos europeos, con documentos y estatutos. El único inconveniente son las oportunidades que brindan las discusiones de estos informes a la oposición y al gobierno para otro enfrentamiento que nos ha cansado a todos.
Bueno, puedes ignorarlos y no escucharlos, o verlos como un entretenimiento extraordinario.
Pero lo más importante o lo más trascendente en estos días sigue siendo lo que está sucediendo en Tavush, que según la descripción del gobierno es la demarcación fronteriza, mientras según la oposición, es la transferencia unilateral de tierras, sobre lo cual, la información del día de hoy, fue que los kirintianos, que protestaron contra la aplicación del desminado fueron detenidos por la fuerza.
Sin profundizar en los episodios de la protesta, y sin referirnos a los implicados en la protesta más allá de la población local, centrémonos en el tema principal que está en el corazón y en los labios de todos, y a pesar de las reseñas en los medios de comunicación con kilómetros de textos o vídeos repetidos, incluidas las últimas explicaciones del Primer Ministro, aún no se ha dado una respuesta real y satisfactoria de por qué no es posible esclarecer todo el contorno de las fronteras de Armenia en un paquete y sobre el papel, acordarlo con el gran vecino, y luego iniciar la demarcación o delimitación.
Esta propuesta tiene una justificación muy clara. Primero entenderemos si el ejército azerbaiyano será retirado de Jermuk, la región de los lagos Al, Nerkin Hant y otros territorios ocupados ilegalmente, averiguaremos cómo se resolverá la cuestión de nuestras treinta y un aldeas ocupadas, la cuestión de Artsvashen, y la de devolver algunos territorios llamados azerbaiyanos. Como resultado de estas aclaraciones, es posible que se tomen otras decisiones, porque las negociaciones también son entendimientos, pueden referirse a un tramo a lo largo de todas las fronteras, puede que no sea apropiado que entreguemos esta o esa zona, porque es una zona vital para nosotros, como lo es Kirantz, o no será inocua en términos de seguridad, acercando la frontera con Azerbaiyán a nuestros hogares (como en Kirantz), y no será técnica y psicológicamente posible que los armenios vivan en otra parte.
Digamos que Artsvashen es nuestro, sí, pero, aunque nos lo devuelvan, difícilmente los armenios irán a vivir a ese enclave rodeados de azerbaiyanos. Por lo tanto, es posible negociar que, en lugar de los muchos territorios vitales exigidos por los azerbaiyanos, Artsvashen permanezca como territorio azerbaiyano y, al mismo tiempo, aquellos territorios que son de vital necesidad para nosotros, estén habitados o sean bosques exteriores de nuestras aldeas, nos sean devueltas.
Cuando exista tal paquete, cuando se alcancen tales acuerdos generales, se discutirán en la Asamblea Nacional, se aprobarán, se modificarán o se recahazarán y sólo después comenzará la delimitación y demarcación.
De lo contrario, los sacas de un lugar, los pones en otro, lo cortas, se lo das al azerbaiyano… Siéntate a conversar después de eso, ¿quién es el dueño de las palabras o de las "fronteras legítimas"? ¿Quién es el garante de esto, Europa, Estados Unidos, que observaron en silencio el vaciamiento de Artsaj? ¡Hablemos en serio!
La pregunta es más que legítima, la pregunta requiere una respuesta, una respuesta muy clara, y no engañosa o evasiva, y en este momento quienes protestan contra el tamaño de la frontera de Tavush es legítimo.