Hace unos días, el 10 de abril, la embajadora de Estados Unidos en Armenia, Kristina Kvien, realizó una entrevista con la emisora de radio Azatutyun (Radio Free Europe/Radio Liberty), abordando varios aspectos claves de las relaciones entre Estados Unidos y Armenia, y de la política exterior de Estados Unidos hacia la región del Cáucaso Sur y Armenia. La entrevista, que duró sólo 22 minutos, fue realizada profesionalmente por la periodista Hegine Buniatian.
La embajadora respondió a las preguntas con sinceridad, presentando claramente las posiciones pragmáticas de la administración sobre cuestiones claves. Por supuesto, ser diplomático requiere extrema precaución al seleccionar todas y cada una de las palabras durante las entrevistas y discursos, a diferencia de los politólogos que no tienen las mismas limitaciones diplomáticas. Por esta razón, es crucial comprender el mensaje que realmente estaba transmitiendo la embajadora Kvien al público armenio.
Cabe señalar que antes de esta entrevista, que representa la posición oficial del gobierno estadounidense, los medios de comunicación y los think tanks occidentales ya habían publicado artículos y estudios que destacaban puntos muy similares sobre el tema. Occidente definitivamente no quiere que Armenia espere más de lo que puede ofrecer, incluidas garantías de seguridad.
Anteriormente, RAND Corporation, un importante grupo de expertos con sede en Washington, publicó un estudio titulado “Estados Unidos no puede garantizar la seguridad de Armenia, a pesar de las amenazas de Azerbaiyán, pero puede ayudar”, destacando la importancia de que Armenia mejore sus vínculos con Rusia. La posición de la embajadora refleja fielmente los sentimientos expresados en un artículo de RAND político titulado “El sueño de Armenia ante la UE se enfrenta a un gran obstáculo: el ejército ruso”.
Una de las conclusiones claves para mí es la renuencia de Washington a ofrecer a Armenia garantías de seguridad alternativas contra una posible intervención o agresión de Azerbaiyán. La embajadora enfatizó los esfuerzos estadounidenses para promover la paz, pero reconoció la ausencia de mecanismos efectivos para responsabilizar a Azerbaiyán. Esto indica que es poco probable que Estados Unidos defienda a Armenia en caso de un ataque, descartando el despliegue de tropas o la venta de armas, como a veces se discute en Armenia.
Como señalé anteriormente, Estados Unidos ha mostrado poco interés en establecer una presencia en la región del Cáucaso Meridional, incluso absteniéndose de establecer bases militares en Georgia a pesar de una estrecha cooperación en materia de seguridad. Además, Estados Unidos pretende evitar enemistarse con Irán y Rusia, dada la presencia de una base militar rusa en Armenia y la frontera mutua entre Armenia e Irán.
Otra conclusión crucial es que Estados Unidos no responsabilizará a Aliyev por sus acciones hacia el pueblo de Artsaj. Está claro que Estados Unidos no impondrá ninguna sanción a Aliyev, ya que Azerbaiyán tiene la misma importancia que Armenia para Estados Unidos. Además, Estados Unidos aún no ha calificado los acontecimientos de Artsaj como limpieza étnica. Esta falta de reconocimiento permite a Aliyev seguir adelante con sus políticas, incluso las agresivas, con una sensación de tranquilidad. En este sentido, la comunidad armenia en Estados Unidos puede desempeñar un papel vital al colaborar con el Congreso para abogar por responsabilizar a Aliyev e instar al gobierno de Estados Unidos a identificar con precisión la situación.
La impresión de esa entrevista fue que Washington no fomenta el deterioro de las relaciones entre Armenia y Rusia, ya que no podría ofrecer nada ante una posible reacción de Rusia. Como reveló la entrevista, la embajadora afirmó que Armenia puede tener cualquier mediador para el proceso de paz, lo que sería beneficioso para Washington incluso si el mediador no fuera Estados Unidos. Está claro que, si no es Occidente, sólo Moscú puede ser ese mediador y posible negociador entre Ereván y Bakú.