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Opinion - Sheila Paylan, abogada penalista internacional y experta en derechos humanos
No podemos olvidar la limpieza étnica de Nagorno-Karabaj por parte de Azerbaiyán
31 de Diciembre de 2023

Guerras terribles en todo el mundo, desde Ucrania hasta Oriente Medio, no deberían eclipsar uno de los acontecimientos más impactantes que tuvieron lugar en 2023: el éxodo masivo de armenios de Nagorno-Karabaj, en el lapso de unos pocos días. Fue una de las limpiezas étnicas más grandes y repentinas de la historia reciente.

Ese crimen tuvo un perpetrador: el régimen despótico del Presidente Ilham Aliyev de Azerbaiyán. Ese perpetrador debería tener que responder por esos crímenes, incluso si se trata de un petroestado que tiene algún valor para Occidente como proveedor de petróleo y gas natural.

Los hechos realmente no están en discusión. Más de 100.000 personas autóctonas de etnia armenia huyeron del enclave de Nagorno-Karabaj en los días posteriores a un ataque militar relámpago por parte de Azerbaiyán el 19 de septiembre. Ese ataque se produjo luego del décimo mes de un bloqueo impuesto por Azerbaiyán al enclave, con tropas y agentes azerbaiyanos, bloqueando el Corredor de Lachin, que une Nagorno-Karabaj con el mundo exterior. El 15 de junio, Azerbaiyán cerró completamente la región, prohibiendo incluso la entrada de la Cruz Roja, violando una orden de desistimiento emitida en febrero por la Corte Internacional de Justicia.

Comenzaron las muertes por inanición, y respetados juristas internacionales como Luis Moreno Ocampo, el primer fiscal de la Corte Penal Internacional, comenzaron a declarar la situación como genocidio. Además, el ex experto de las Naciones Unidas en genocidio, Juan Méndez, advirtió sobre los graves riesgos de genocidio que enfrenta la población.

El conflicto en Nagorno-Karabaj, conocido por los armenios como Artsaj, es complejo. La zona era el corazón de los antiguos imperios armenios, pero los soviéticos la regalaron a la República Socialista de Azerbaiyán. Cuando Azerbaiyán y Armenia se independizaron después del colapso soviético, una guerra dejó al enclave como una entidad autónoma con un vínculo terrestre con Armenia. Azerbaiyán atacó en 2020 para recuperar gran parte del territorio. En 2023 logró vaciar lo que quedaba de los indígenas armenios.

Los apologistas de Aliyev argumentarán que no tienen ninguna culpa porque quienes huyeron lo hicieron por su propia voluntad: decidieron mágicamente dejar atrás propiedades, empleos y toda una amada patria. Afirmarán su inocencia porque a los que huyeron no se les ordenó que se fueran, ni se los metió en camiones ni se los empujó por la espalda con bayonetas o armas de fuego.

Pero casos reales de tribunales penales internacionales nos dicen que no se necesitan tales órdenes, camiones o armas para que un éxodo se considere forzado y constituya un delito. Tomemos, por ejemplo, el caso de Vojislav Šešelj, líder del ultranacionalista Partido Radical Serbio de extrema derecha en Belgrado, que fue primero absuelto y luego condenado en apelación por crímenes de lesa humanidad en las guerras yugoslavas. El factor fundamental que finalmente consiguió la condena (parcial) de Šešelj, en 2018, fue su papel en la incitación a la violencia y el discurso de odio.

La Sala de Apelaciones evaluó que su retórica incendiaria constituía una conducta criminal. Consideró el contexto de coerción, acoso e intimidación, así como evidencia de amenazas y violencia regulares. La Sala de Apelaciones finalmente decidió que Šešelj tenía responsabilidad directa por los crímenes de lesa humanidad de persecución, deportación y otros actos inhumanos por instigar el éxodo de civiles no serbios.

En ese entonces yo era funcionaria jurídica del Mecanismo Residual Internacional de los Tribunales Penales de las Naciones Unidas (el tribunal sucesor del TPIY), asesorando a los jueces sobre la implementación de las normas internacionales penales, humanitarias y de derechos humanos en los casos que involucraban a Ruanda y la ex Yugoslavia. Como tal, trabajé en la decisión que condenó a Šešelj y no puedo evitar ver los paralelos con Aliyev.

Aliyev ha producido una corriente constante de discursos de odio radicalmente antiarmenios, llamándolos "perros", "bestias salvajes" y "chacales", entre otros insultos deshumanizantes. Ha cuestionado el derecho de los armenios a existir en la región e instituido un plan de estudios antiarmenio en el sistema educativo azerbaiyano, donde se enseña a los niños que los armenios son traicioneros y engañosos y que deben ser eliminados.

Muchos de sus insultos estaban dirigidos específicamente a la gente de Artsaj. Ha dicho que la victoria total sobre los armenios de Artsaj constituirá el cumplimiento de una "misión histórica". En el terreno, sus tropas llevaron a cabo atrocidades bien documentadas contra civiles y soldados armenios. Su régimen también ha elogiado a los criminales de guerra otomanos que llevaron a cabo el genocidio armenio de 1915-1923.

Por eso la población armenia no tuvo más remedio que huir en septiembre. Sabían que serían masacrados.

Al igual que Šešelj, Aliyev es culpable de promover e incitar a la violencia y el odio étnicos, lo que condujo a limpieza étnica y atrocidades. Al igual que Šešelj, Aliyev pronunció discursos apasionados y llevó a cabo políticas que condujeron a crímenes contra la humanidad. Šešelj fue acusado de promover propaganda que contribuía a la deshumanización de las poblaciones no serbias, lo que a su vez facilitó su maltrato y expulsión. Lo mismo puede decirse de Aliyev.

Fue la presión internacional, particularmente de los países occidentales y de las organizaciones de derechos humanos, la que ayudó a crear los mecanismos que llevaron a Šešelj y a otros como él a un grado de justicia. Hasta ahora, los gobiernos mundiales han mirado para otro lado en el caso de Aliyev. Es una inconsistencia que los avergüenza...

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Sheila Paylan ( @SheilaPaylan es una abogada penalista internacional y experta en derechos humanos con más de 15 años de experiencia asesorando a las Naciones Unidas. Realiza consultas periódicas para una variedad de organizaciones internacionales, ONG, grupos de expertos y gobiernos.

 

 

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