Durante los últimos meses, este se ha convertido en uno de los temas más discutidos tanto en Armenia como en los grupos de expertos y círculos políticos extranjeros que se ocupan de la región. En este artículo no voy a discutir si Armenia debería cambiar su vector de política exterior, sino intentar plantear algunas preguntas para comprender las posibilidades, problemas y perspectivas de tal cambio.
En general, cambiar el vector o la dirección de la política exterior es un proceso extremadamente complejo que tiene decenas de componentes internos y externos. En el terreno, significa cambiar el equilibrio de poder establecido, lo que implica un cambio significativo en las reglas de conducta de los actores tanto regionales como globales.
Uno de los requisitos previos más importantes para cambiar el vector político exterior son los procesos políticos internos del Estado, los sentimientos públicos y las demandas políticas de la oposición. También es importante saber cuánto teme la elite del Estado la pérdida de poder, cuántas líneas rojas se han cruzado en los procesos políticos internos y cuánta influencia pueden tener los centros geopolíticos en los asuntos políticos internos.
¿Qué es lo diferente que ha llevado a un cambio en los vectores? Hace apenas una década había dos centros geopolíticos en el mundo, Rusia y Estados Unidos. Hoy tenemos que enfrentarnos a un nuevo polo, que es definitivamente China. No es casualidad que durante la reunión entre los presidentes de China y Estados Unidos, Xi Jinping afirmara directamente que el mundo es lo suficientemente grande y que los dos pueden competir en ese mundo. Este fue un registro de dos realidades sumamente importantes.
En primer lugar, China ofrece compartir el mundo con Estados Unidos, dadas las nuevas realidades, y en segundo lugar, China y Estados Unidos parecen aceptar que Rusia ya no tiene las capacidades que alguna vez tuvo y que ya no es un actor global a tener en cuenta. Sin embargo, es obvio que hoy Armenia no quiere orientar su vector político exterior hacia China, sino que mira con cautela hacia el Occidente colectivo.
Hay algunos factores internos y externos que deben tenerse en cuenta a la hora de prepararse para un cambio en el vector de la política exterior de cualquier Estado. En primer lugar, en el caso de Armenia, el gobierno debería tener un deseo real de cambiar el vector y no inyectar una agenda falsa ante el público.
En segundo lugar, Occidente debería estar dispuesto a aceptar a Armenia en su familia, incluida la OTAN o la UE, y estar dispuesto a proporcionarle a Armenia un paraguas de seguridad.¿Cuánto dura la fila de espera?
En tercer lugar, Rusia debería permitir que Armenia cambie de vector (o no poder impedirlo mediante ningún instrumento disponible).
En cuarto lugar, hay que entender que en caso de un cambio de vector, Armenia se convertirá en un aliado de Estados Unidos, lo que conducirá a graves contradicciones no sólo con Rusia sino también con Irán.
El siguiente factor es una evaluación clara del impulso y las realidades geopolíticas. Es obvio que Armenia está buscando un nuevo garante de su seguridad, ya que Armenia no puede sobrevivir sin el apoyo de un actor global o regional.
Otra cosa importante en la que pensar es el precio que los estados suelen pagar por el cambio o la selección de vectores. Por ejemplo, Georgia y Ucrania han estado esperando durante décadas para unirse a la OTAN y la UE. Ambos estados han pagado un precio determinado para lograr este objetivo.
En el caso de Armenia, la cuestión es si la pérdida de Artsaj fue el precio que pagamos o si todavía queda un precio por pagar porque Nagorno Karabaj no fue reconocido por la comunidad internacional. Estas son sólo algunas de las preguntas de las que necesitamos encontrar respuestas para evaluar adecuadamente las oportunidades y desafíos para proteger al país de otro tipo de desastres.