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Opinion - Edmond Y. Azadian
Pashinian detonó la bomba
22 de Abril de 2022

Desde hace varios meses, los representantes del gobernante Partido “Contrato Civil” de Armenia solo han hecho referencias indirectas y han evitado preguntas directas sobre la posición y la intención del gobierno con respecto al futuro de Nagorno Karabaj. Finalmente, el 13 de abril se convirtió en el día del juicio final, cuando el primer ministro Nikol Pashinian subió al podio en el parlamento y reveló toda la incómoda verdad sobre Karabaj en un discurso largo y autoflagelante.

De hecho, solo detonó el bombazo que se esperaba desde hace tiempo.

Estas revelaciones se produjeron inmediatamente después de una oleada de actividad diplomática, que incluyó una reunión cara a cara entre Pashinian y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, en Bruselas el 6 de abril, con la mediación del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Al final de esa cumbre, los tres participantes emitieron declaraciones separadas pero idénticas, en las que brillaba la ausencia de cualquier referencia a Karabaj.

Las preocupaciones exacerbadas en Armenia fueron la declaración del presidente Aliyev de que Armenia había cedido en su posición sobre la cuestión del estatus de Karabaj. Agregó específicamente que Armenia estaba lista para reconocer la integridad territorial de Azerbaiyán, incluido Karabaj como parte de ese territorio. De hecho, dijo que Armenia está renunciando a los reclamos territoriales “en Azerbaiyán”.

Por lo tanto, cuando Pashinian habló en el parlamento y reveló toda la verdad, la bomba, aunque anticipada, desencadenó una ola de ira y confusión en Armenia y en Karabaj. De vital importancia es que el discurso sacó a la luz pública la división que se había estado gestando durante meses entre Armenia y Karabaj, en un momento en que la unidad es más necesaria. También intensificó las divisiones entre el gobierno y la oposición, para deleite de los líderes en Bakú. La sociedad civil de Armenia se fragmentó en lugar de consolidarse en torno a una agenda nacional unificada.

En su largo y apasionado discurso, Pashinian desarrolló tres temas cruciales: a) su parte de responsabilidad en la derrota; b) las condiciones puestas por la comunidad internacional sobre Armenia y c) su plan para abrir el camino hacia una era de paz en la región.

Con respecto al primer tema, dijo: “Inicialmente he aceptado mi culpa y responsabilidad tanto por la guerra como por la derrota. Pero no he aceptado y no acepto las acusaciones que me ha dirigido la oposición después del 9 de noviembre de 2020, acusándome de entrega de tierras, y por ende, también de traición a la patria. A primera vista, puede parecer absurdo, que admita la culpa, pero no acepte la acusación, y quizás haya llegado el momento de que se resuelva este dilema. En una entrevista reciente, insinué que, si se me acusara objetivamente, no se me debería acusar de entregar tierras, sino de no entregar tierras. Y ahora, sí, quiero admitir que probablemente soy culpable de eso”.

Como podemos notar, Pashinian, como ex periodista y además fogoso, es un maestro de la gimnasia verbal para poder hipnotizar a su audiencia y que esta no vea las amargas verdades a las que se enfrenta.

En ese discurso, también admitió que podría haber evitado la guerra, o detenerla en seco, salvando 3.825 vidas, enfrentándose al país y admitiendo la verdad sobre la terrible situación.

“No me atreví a hacerlo”, admitió.

La idea central del discurso de Pashinian fue el hecho de que Armenia se enfrenta a la comunidad internacional en una posición insostenible. Al abordar ese tema, afirmó: “Hoy, la comunidad internacional nos dice claramente que ser el único país del mundo que no reconoce la integridad territorial del aliado de Turquía, Azerbaiyán, es un gran peligro no solo para Artsaj sino también para Armenia. Hoy, la comunidad internacional nos dice nuevamente 'bajen un poco su punto de referencia sobre el estado de Nagorno Karabaj y garanticen una mayor consolidación internacional en torno a Armenia y Artsaj'. De lo contrario, dice la comunidad internacional, por favor no confíen en nosotros, no porque no queramos ayudarlos, sino porque no podemos ayudarlos”.

Luego, Pashinian sentó las bases para negociaciones inmediatas para completar la delimitación y demarcación de la frontera y firmar un tratado de paz con Azerbaiyán.

Quedaron muchas preguntas sin respuesta por esos comentarios: ¿qué país está incluido en el término “comunidad internacional”? ¿Qué se espera realmente de Armenia? ¿Qué recibirá Armenia a cambio? ¿Es este un camino hacia una paz relativa por un cierto período de tiempo o una receta para evitar una nueva guerra?

Las razones por las que Armenia se enfrenta hoy a una realidad tan sombría son los acontecimientos recientes en el escenario político internacional, donde Turquía y Azerbaiyán se han convertido en actores importantes.

El presidente Aliyev, bajo la tutela del liderazgo turco, tomó ciertas iniciativas para aplacar a ambos bandos opuestos en la guerra de Ucrania. Justo un día antes de que Rusia lanzara su ataque, Aliyev firmó un tratado de alianza estratégica con Rusia, equivalente al que había firmado Armenia hace mucho tiempo. Eso planteó la pregunta de qué lado apoyaría Moscú en caso de guerra entre Armenia y Azerbaiyán, ya que Moscú tiene acuerdos idénticos con ambos adversarios. Ese movimiento prácticamente neutralizó el único pilar de fortaleza de Armenia.

Por otro lado, Azerbaiyán se convirtió en el proveedor de energía favorito de Europa cuando esta última ha estado tratando de desvincularse de las fuentes de energía rusas debido a los embargos resultantes de esa guerra.

Por lo tanto, bajo estas condiciones, Occidente tiene todas las razones que necesita para no enemistarse con Azerbaiyán y apoyar a sus adversarios en el Cáucaso. ¿Qué tiene que ofrecer Armenia a Occidente para contrarrestar la nueva influencia de Azerbaiyán en Occidente, solo un espacio en su política, para facilitar los esfuerzos de Occidente para socavar la huella militar de Rusia en el Cáucaso?

Mientras que el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, lamenta que los socios occidentales de Rusia, los copresidentes del Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), se hayan negado a cooperar con Moscú para forjar la paz en Karabaj en el contexto de ese grupo. y, por lo tanto, el formato de Minsk está muerto a todos los efectos prácticos, los copresidentes de Francia y EE. UU., Brice Roquefeuil y Andrew Schofer, respectivamente, visitaron recientemente Ereván para reactivar el proceso e inspirar esperanza en Armenia.

Durante mucho tiempo, Armenia ha depositado sus esperanzas en el Grupo de Minsk, que seguía manteniendo que el estatus de Karabaj aún debe abordarse bajo los principios del Acta Final de Helsinki.

Estas visitas han ido acompañadas de una llamada de Michel en vísperas de la visita prevista de Pashinian el 19 y 20 de abril a Moscú para reunirse con el presidente Vladimir Putin, el primer ministro Mikhail Mishustin y el jefe de la Duma de Rusia.

Todas estas actividades también pueden servir como advertencia a Pashinian para que evite asumir compromisos con el Kremlin, lo que puede dañar los intereses de Occidente en el Cáucaso.

En ese contexto, incluso el destino del paquete de ayuda de u$s3 mil millones a Armenia desde Europa puede estar en el aire.

Hay muchos desafíos que el gobierno de Pashinian debe enfrentar, particularmente a la luz de las frágiles filas de la política exterior de Armenia.

La guerra de Rusia en Ucrania da vía libre a Bakú para participar en más aventuras en el Cáucaso y presionar a Armenia para obtener más concesiones.

El liderazgo de Azerbaiyán se da cuenta de que esta ventana de oportunidad no puede durar mucho y es por eso que está presionando a Armenia para que firme un tratado de paz ahora, bajo coacción.

El ex Ministro de Relaciones Exteriores Vartan Oskanian acaba de publicar un comentario en los medios armenios en el que aconseja a los líderes que se abstengan de firmar en este momento un tratado de paz cuyo impacto pueda poner en peligro la seguridad y la integridad territorial de Armenia en el futuro.

Durante un tiempo, el presidente Aliyev se abstuvo de mencionar el Corredor Zangezur, dando la impresión de que su idea había llegado a un punto muerto. Pero con los acontecimientos recientes, ha vuelto a revivir esa demanda, incluso acompañándola de una amenaza.

Con todas estas amenazas externas, la administración de Pashinian tiene que lidiar con la oposición de los líderes de Karabaj, así como con la disidencia interna.

El gobierno y los habitantes de Karabaj tienen temores justificados sobre su futuro. Como si la inquietante declaración de Pashinian no fuera suficiente, un miembro del partido de Pashinian en el parlamento, el camaleón del panorama político de Armenia, Vigen Khachatrian, echó leña al fuego y declaró en el parlamento que “la noción de que Karabaj no tiene futuro como parte de Azerbaiyán es una declaración falaz”.

Arayik Harutyunian, presidente de Karabaj, celebró una reunión de emergencia con los líderes de los grupos políticos locales para discutir las preocupaciones a raíz de la declaración de Pashinian. Su oficina dijo que la reunión “expresó indignación” por los comentarios de Pashinian y enfatizó que Stepanakert continuaría afirmando el derecho de los armenios de Karabaj a la autodeterminación.

Su ministro de Relaciones Exteriores, Davit Babaian, fue más allá y afirmó que los armenios de Karabaj nunca aceptarán vivir bajo el dominio de Azerbaiyán. Agregó que no hay “varas que podamos reducir; solo hay líneas rojas dibujadas con sangre”.

Otro desafío en Armenia es la acción del opositor Partido Hairenik (Patria), Artur Vanetsian, quien ha iniciado una sentada en la Plaza de la Libertad. Aunque asegura que la oposición tiene un plan claro, no lo ofrece.

Todo el tiempo, la oposición ha estado pidiendo la renuncia de Pashinian, sin encontrar una mejor alternativa.

La oposición y el oficialismo, en este momento, están inmersos en una intensa campaña de recriminaciones mutuas. La mayoría de los programas de entrevistas políticas han cruzado todas las líneas de la decencia y se han convertido en un juego de culpas.

Los enemigos de Armenia están en sus fronteras. La disidencia interna no es menos peligrosa. A menos que los ciudadanos y el gobierno se unan, no se puede encontrar una solución para enfrentar los peligros externos.

La bomba de Pashinian no debería destruir lo que queda de esperanza.

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