Nuestra patria de Armenia y Artsaj, el corazón y el alma de nuestro pueblo, enfrenta hoy una crisis existencial.
En una situación tan crítica, ciertas demandas deben presentarse a las autoridades responsables de estas tierras en nombre de todo el pueblo armenio.
Es claro que no existe una forma legal para que la mayoría de la población armenia dispersa por el mundo exprese sus demandas. En consecuencia, asumo esa responsabilidad al intentar expresar los pensamientos y preocupaciones de la mayoría silenciosa en este artículo, así como las demandas que son sus conclusiones lógicas.
Este artículo está dirigido a todos aquellos que ocupan cargos de gobierno y de decisiones en la patria armenia, comenzando, pero no limitándose a los miembros del actual régimen. Los otros partidos responsables incluyen al actual presidente de Armenia, miembros de la oposición parlamentaria, miembros de diversas organizaciones públicas y políticas fuera del parlamento, especialmente los innumerables partidos políticos, toda la élite intelectual y el clero de alto nivel de la Iglesia de Armenia, dirigido por el Katolikós de todos los armenios.
Cuando decimos que la crisis actual es existencial, eso significa que existe el peligro de perder por completo nuestra antigua patria, y el momento de dar la voz de alarma, si no es ya demasiado tarde, es ahora. Después, una vez que se produzca la catástrofe, será inútil hacer recriminaciones y condenas.
Es con tales pensamientos que nuestro pueblo demanda de las autoridades antes mencionadas, separada y colectivamente, acciones objetivas en al menos tres direcciones.
La primera demanda se dirige directamente al régimen actual. Los que están en el poder, con miopía, continúan restringiéndose a personas que consideran leales, para el trabajo gubernamental. Evidentemente, se ha demostrado que estos son insuficientes y, a menudo, inexpertos e incapaces de enfrentar todos los desafíos políticos, diplomáticos, económicos y de defensa actuales que enfrentan Armenia y Artsaj. El gobierno, debería utilizar todas las fuerzas competentes existentes disponibles para la nación armenia.
También ha quedado claro que las autoridades, por incapacidad y desesperación, han comenzado a recurrir a medidas antidemocráticas, como utilizar la fuerza policial para impedir que un funcionario legalmente electo ingrese a su lugar de trabajo. El pueblo armenio considera que ese comportamiento es inaceptable y exige que se le ponga fin de inmediato.
La segunda demanda está dirigida al grupo más amplio de personas con autoridad, fuera del gobierno real. Si bien se exige que los que están en el poder en el gobierno articulen con todas las fuerzas competentes fuera de sus círculos estrechos, también se exige al mismo tiempo que el grupo más amplio indique su disposición a colaborar con medidas constructivas y prácticas para ayudar a las autoridades en el poder hoy.
En la crisis actual, lo que se espera es la formación de un órgano de gobierno extraordinario de acuerdo, a través del cual Armenia y Artsaj puedan en todos los campos aprovechar las mejores fuerzas del país, sin tener que plantear la perspectiva de nuevas elecciones especiales. Está claro que en la atmósfera política interna actual, nuevas elecciones solo pueden tener más consecuencias en las divisiones y acciones destructivas.
En este sentido, se exige que la élite intelectual y espiritual del país a través de discursos, llamamientos y artículos de opinión, anime, facilite y finalmente exija abierta y contundentemente ese enfoque globalmente constructivo.
Finalmente, la tercera expectativa y demanda del pueblo armenio se refiere a la gran omisión nacional y fundamental del involucramiento de la diáspora armenia en la actual crisis existencial. Su multifacético potencial hasta ahora sólo se ha implicado mínimamente en la obra de salvación de la patria, a pesar de sus enormes recursos económicos, intelectuales y humanos.
Aceptamos fácilmente que la diáspora actual no está organizada de manera general unificada. Sin embargo, tiene muchas organizaciones que han demostrado actividades fructíferas, así como personas que han logrado éxitos extraordinarios. La gran mayoría de ambos están dispuestos a ayudar a su patria.
Ciertamente no será fácil organizar y crear una estructura para poner a trabajar esta gran fuerza a favor de la patria. Sin embargo, el estado está obligado a realizar esto al menos con cierto éxito parcial. En este sentido, los enfoques de las administraciones pasadas y presentes en Armenia han sido superficiales, incompletos e inaceptables. Los armenios de la diáspora estamos listos para ayudar seriamente en esta tarea organizativa.
En conclusión, reitero con confianza que las tres demandas antes mencionadas son la expresión de la voluntad de la mayoría silenciosa del pueblo armenio dirigida a todos los que tienen la responsabilidad de la patria en el sentido más amplio de la palabra. Creo que la historia juzgará con grandes elogios a todas aquellas fuerzas e individuos que ayuden a su realización, y en cambio condenará con severamente a los que la impidan.