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Locales - Una figura que se adelantó a su época
Israel Arslan en el 70 Aniversario de su muerte
12 de Septiembre de 2022
 
 por Nélida Elena Boulgourdjian
 
El 7 de setiembre de 1952 moría en Buenos Aires, Israel Arslan, una de las figuras hegemónicas de la vida armenia en Buenos Aires durante la primera mitad del siglo XX.
 
Arslan pertenece a una generación que respetó el principio sagrado de la centralidad de la iglesia en la preservación de la identidad armenia así como la relevancia de la enseñanza de la lengua. Las escuelas armenias creadas en la Argentina en la década del ’30, algunas de las cuales continúan hoy como escuelas de doble escolaridad, son herederas de su legado.
IGLESIA 1° COM DIRECT                                       Arq. Israel Arslan en el centro sentado
 
Arslan fue un dirigente que se adelantó a su época puesto que proponía la creación de un Centro Colonial Armenio (1922) donde –según sus testimonios escritos- “nuestra colectividad pueda estar presente, sin diferencias, sin cuestiones políticas, teniendo como objetivo la preservación de los sentimientos nacionales y religiosos, y (hacer posible) la ayuda moral y material de sus miembros.” De este modo, pensaba, la comunidad tendría mayor fuerza interna para hacer posible la preservación de la cultura armenia y reconocimiento externo, facilitando así su inserción en la nueva tierra.
 
Israel Arslan (Arslanian ) nació en Kayserí en 1879. Después de ocupar cargos directivos en la escuela armenia de su tierra natal se estableció en París donde en 1909 obtuvo el título de arquitecto. Ese mismo año decidió probar suerte en otras latitudes y viajó a Buenos Aires. 
Tras pasar algunos años apartado de la naciente comunidad armenia, la partida de los voluntarios armenios para unirse a la Legión Francesa de oriente lo acercó a ella.
En los nueve años que transcurrieron desde su arribo a Buenos Aires y su primer contacto con sus compatriotas se consolidó económicamente y logró una solvente posición económica.
 
Sumado a ello, su condición de profesional –es probable que fuera el único que contaba con título universitario entre los armenios de Buenos Aires por entonces (1918)- su conocimiento del castellano y del francés, su familiaridad con el medio argentino lo convirtieron en una figura respetada e influyente en las decisiones colectivas.
 
Por esos años se vivían momentos de gran conmoción por las noticias que llegaban de Turquía.
Por un lado, el viaje de los voluntarios armenios, por el otro, el Genocidio y sus consecuencias, lo indujeron a formar una Comisión de propaganda cuyo objeto era visibilizar esos hechos en los diarios argentinos. En esta tarea también fue un pionero puesto que trabajó para que los temas armenios tuvieran un espacio en la prensa argentina y lo logró. Encontramos numerosos artículos escritos por él en el “Courrier de la Plata.”
 
Para solucionar los problemas legales que debían enfrentar los armenios recientemente arribados cada vez que debían sacar el documento de identidad, Arslan propuso que la Unión Nacional Armenia (UNA) cumpliera funciones consulares. Fue parte importante en el proyecto de construcción de la iglesia (véase revista Hai Guetrón, Catedral San Gregorio el Iluminador, 60º años) pues hizo los planos y donó su trabajo de dirección de la obra.
 
Conocedor de la legislación argentina, propuso que se construyera primero el salón del Centro Armenio para poder obtener un préstamo, cosa que no era factible cuando se trataba de la iglesia. Mediante el alquiler del salón obtendrían una renta para solventar los gastos de mantenimiento de la institución. En esto también fue un visionario porque pensaba que la institución debía autofinanciar sus gastos de mantenimiento en vez de recurrir al apoyo de benefactores.
 
En 1932 se inauguró el salón y la escuela Arslanian en una de cuyas aulas se impartía la misa dominical.
 
La Iglesia Catedral San Gregorio el Iluminador se concretó gracias a la donación del señor Hrand Nikotian, consagrada en 1938.
 
Además de su capacidad en las tareas organizativas Arslan fue un gran benefactor puesto que donó dinero en efectivo, el terreno y su trabajo como arquitecto para la construcción de la iglesia Santa Cruz de Varak, en el barrio de Flores.
 
Este armenio notable fue protagonista de la vida armenia durante varias décadas: entre 1918 y 1935 como presidente de la Institución Administrativa de la Iglesia Armenia (IAIA) y luego, como síndico e integrante de la subcomisión educacional. Si bien quedó al margen de los cargos de poder salvo la dirección del boletín mensual de la institución, Hai Guetron, en algunas oportunidades se lo convocaba para supervisar refacciones y, sobre todo, ocuparse de las exigencias oficiales (por ejemplo, cuando el Consejo Nacional de Educación solicitó la traducción al castellano de los libros de texto armenios, para conocer sus contenidos), hecho que demuestra que se valoraba sus conocimientos.
 
Tenía una gran vocación de servicio; no le importaba aceptar roles secundarios en pos del fin principal que es la preservación de la armenidad.
 
La mayor preocupación de Arslan fue hacer que los niños armenios que asistían a las escuelas de la red escolar dependiente de la Iglesia conocieran la cultura de los ancestros.
 
Mediante visitas periódicas, sea como directivo o como parte de la comisión de  educación, controlaba las escuelas armenias barriales.
 
Próximo al final de sus días cedió todos sus bienes –varias propiedades- a la iglesia para hacer posible la continuidad de su obra.
 
En reconocimiento a sus valiosos aportes, sus contemporáneos llamaron “Arslanian” a la escuela de la calle Armenia 1353.
Sin embargo, en 1967 se solicitó al Consejo Nacional de Educación el cambio de nombre de la Escuela que pasó a denominarse Instituto San Gregorio el Iluminador.
 
El jardín de infantes conservó el apellido del benefactor en “recordación de quien tanto hiciera por el funcionamiento de esta escuela, de la educación de centenares de niños de la colectividad armenia” rezaba la nota del Consejo Nacional de Educación donde se aceptaba el cambio mientras que la escuela primaria llevó el nombre de otro benefactor, Diarbekirian..
 
Años después el apellido de quien tanto hiciera por la escuela y por toda la comunidad fue reemplazado por el de otro benefactor.
Hoy sólo es recordado por los mayores o por quienes fueron ex alumnos de la antigua escuela “Arslanian”.
Cuando se cumplieron veinte años de su muerte se erigió un busto a su memoria en el patio de la iglesia, lamentablemente hoy desaparecido.
 
Consideramos de suma importancia el recuerdo de una persona que dedicó su tiempo, su dinero y su profesión al servicio de la comunidad armenia de la Argentina.
 
Sus cenizas descansan, de acuerdo con su última voluntad, en la tierra que tanto amó, Armenia, y a la que dedicó todos sus esfuerzos.
 
 
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