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Instituciones - Unión Residentes Armenios de Hadjín
Conmemoración de la heroica resistencia de Hadjín
29 de Octubre de 2024

El domingo 27 de octubre ppdo., la Unión Residentes Armenios de Hadjín conmemoró el 104° aniversario de la heroica resistencia de Hadjín con una misa que tuvo lugar en la Catedral San Gregorio El Iluminador.

A continuación, en Hadjín Dun se desarrolló el tradicional madagh, que reunió a una nutrida concurrencia.

mesa en hadjin dun

La bendición del madagh estuvo a cargo del arzobispo Kissag Mouradian, asistido por el R.P. Ieghishé Nazarian.

Para agradecer la presencia de los concurrentes, en nombre de la Institución hizo uso de la palabra la contadora Ester Balassanian de Sarafian.

A continuación, en nombre de los descendientes hadjentsí, hizo uso de la palabra la prof. Diana Dergarabetian, quien expresó:

diana en hadjin dun

“Esta imagen de todos reunidos bajo el techo de Hadjín Dun me trae recuerdos vívidos de aquellos años en los que siendo alumnas del colegio Arslanian, a instancias del Hair Surp Mouchian, mi hermana Susana y yo éramos convocadas casi todos los años por la “oriort” Arsiné Babahekian a recitar o a cantar con nuestros primos también alumnos del colegio en el madagh anual. Mi abuelo Boghós entregaba las cuentas del պնակ del աղքատախնամ  y nos traía desde la iglesia, mientras mi abuela Serpuhí  ya estaba en la cocina con el resto de las señoras, con las que eran como hermanas.

Todos eran “ki” y “apai”…

Y hoy muchos años después,  me toca hablar en el mismo lugar para evocar la heroica resistencia de Hadjín de la que el año próximo se cumplirá el 105° aniversario.

Como todos los años, las mujeres de nuestras familias se reunieron para preparar esta tradicional ofrenda, el madagh, con el que Hadjín Dun recuerda la memoria de quienes resistieron con heroísmo a la barbarie turco otomana  en varias oportunidades. Primero, durante las matanzas del sultán Hamid en 1896, luego a las masacres de Adaná en 1909, a las deportaciones forzadas durante el genocidio de 1915 para finalmente alcanzar la máxima expresión de heroísmo en 1920, cuando Francia dejó desprotegida a la Cilicia Armenia a merced de Kemal Atatuk y Hadjín sucumbió tras ocho meses de resistencia junto con otras ciudades armenias que corrieron el mismo destino.

Eso es lo que nos dice la historia. Los datos históricos son indiscutibles e inquebrantables pero lo que nos dice nuestra propia historia, la de los descendientes de esos heroicos hadjentsí en la Argentina, es mucho más que eso.

Nuestros ancestros resistieron a esas y muchas otras batallas. Aprendieron un idioma desconocido en un país con costumbres diferentes. Pasaron de ser  vendedores ambulantes a comerciantes, de lustrabotas a industriales, de autodidactas a profesionales y en el curso de ese camino, cada uno, cada familia libró su propia batalla. Todos sabemos con qué esfuerzo y amor los primeros hadjentsí construyeron esta casa para conservar en ella aunque sea la memoria de las tradiciones.  Es decir que a la resistencia heredada le agregaron otra nueva resistencia al olvido y  otra nueva resiliencia.

Hoy la terapia transgeneracional o la psicogenealogía nos permite sanar heridas emocionales, todo aquello que llevamos inconscientemente en nuestra mochila personal sin que nosotros lo hayamos vivido. Si ellos fueron heroicos resistentes, seguramente algo de ellos hay en cada uno de nosotros. Y pensándolo bien ¿no será por eso que estamos aquí reunidos hoy?  

Algo hizo que estemos aquí  ahora. No vinimos porque alguien nos dijo “achkin, inch ganiés, uy gos? Hadjín Dun bi kos?”. Tampoco por temor a que se nos apareciera en sueños el abuelo de nuestro abuelo (al que seguramente no conoció) para indicarnos lo que debemos hacer. Seguramente hemos venido porque algo que está dentro de nuestra identidad nos empuja a hacerlo. Tenemos algo en común, que nos auna.

Reunirnos debería ser una elección y no una obligación.

 Debemos ser capaces de elegir continuar el legado, de transmitirlo. 

Suena raro esto de decir “debemos elegir”. Parecen dos verbos que no van de la mano: el deber y el elegir. Y sin embargo, en el siglo XXI, en la Argentina, deberíamos elegir orgullosamente ser descendientes de armenios y ser descendientes de hadjentsí.

 ¿Por qué? Para que la generación de los “natrán bashjó” no se haya ido con ellos.

Estoy convencida de que si estamos acá hoy es porque en cada uno de nosotros hay algo de esa naturaleza única del hadjentsí, algo que nos permite trascender mucho más allá de los límites que nos imponemos inconscientemente.

Creo que debemos  cambiar la mirada que tenemos sobre las cosas. No tenemos que enfocarnos en lo que no tenemos sino en lo que tenemos, en lo que somos capaces de hacer.

No tenemos que decir “somos pocos” sino…  “¿sabés? hay un grupo de gente que trabaja mucho para lograr esto, esto otro y proyecta tal cosa para el año que viene” y así, utilizando la famosa “ley de atracción” a nuestro favor, pensar en positivo en lo que hay, no en lo que no hay. Atraer sentido de pertenencia, compromiso, valores identitarios.

Con esto no digo que hay que tapar el sol con la mano u ocultar lo irreversible sino sanar esas heridas de la historia que no nos permiten avanzar. No nos quedemos con el lamento. Ya hemos llorado mucho a nuestros muertos y seguramente seguiremos llorándolos pero la mejor manera de honrarlos es saliendo a la acción y hay muchas maneras de accionar.

Un ejemplo: vengo de Armenia donde a cada paso aflora una emoción. No es nada nuevo lo que digo. Sin embargo, en este viaje tuve la oportunidad de visitar el museo de Nor Hadjín y de conocer a su directora, Haiasdán Simonian, quien  entre el año pasado y este  hizo el trabajo enorme de reunir las historias de las familias hadjentsí en el mundo.  Muchos respondieron a la convocatoria que resultó en un libro muy interesante, en el que cada familia tuvo la posibilidad de contar su propia historia de resistencia y lucha.

Haiasdán, que es una persona dulce, dedicada, amable, hospitalaria -una verdadera “ki”- se emociona al mostrar su trabajo que fue posible gracias al compromiso y participación de muchas personas y el mecenazgo de Esteban, Armén y Garo Arslanian, hijos del Dr. Antranig, quienes además del museo sostienen un jardín de infantes y una escuela de arte modelo en Nor Hadjín.

Esa es la manera en que el pequeño museo de Nor Hadjín de pronto se convierte en inmenso por lo que produce, por lo que ayudó a construir.

Es decir que la cuestión no está en el tamaño de un  museo, de una institución o hasta de un país, ni  en la cantidad de gente que trabaja, sino en la dimensión que adquiere lo que hace porque hasta una persona puede provocar un cambio. Para divulgar esas historias hubo alguien en cada familia que tuvo que tomarse el trabajo de investigar, de constatar, de escribir. Y eso ayudó a construir o a reconstruir muchas identidades.

Haiasdán hizo que cada persona involucrada pasara del lamento a la acción, a una hermosa acción que vale la pena replicar.

Entonces, mi mensaje tal vez muy poco convencional de hoy  o mejor dicho mi sugerencia es que aligeremos nuestras mochilas, quitémosles el dolor para poder caminar de manera más firme priorizando el aquí y el ahora, este momento, que es nuestro tiempo de hacer.

 Si queremos, hay mucho por hacer. Lo fácil es dejarse estar, no comprometerse, solo observar y dejar que los demás hagan. Eso hoy sería resistir.

Si reconsideramos  los conceptos de elección y resistencia, salvando las enormes distancias temporales y coyunturales históricas y tal vez mostrando un costado dramático, para nosotros hoy en la Argentina la elección es vivir o morir. Vivir dignificando cada día el legado o dejarlo morir.

En 1920 fue heroico resistir. Hoy no basta con resistir; la historia nos pide que avancemos.

Esa es nuestra elección y este es el desafío de hoy: pasar de ser meramente resistentes a ser miembros activos de la comunidad armenia y de la familia hadjentsí.  Ojalá que la mayoría se incline por esto último.

Que Dios bendiga la memoria de los heroicos resistentes de la epopeya de Hadjin, la memoria de los resistentes y resilientes en la Argentina  y nos dé salud y sabiduría para trabajar a conciencia en la transmisión de su legado. “

Finalmente, para amenizar la reunión el tenor Sergio Tchabrassian entonó dos canciones armenias.

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