Indudablemente una de las festividades más importantes del año es la Navidad -Սուրբ Ծնունդ – Surp Dzënúnt, en la cual se celebra un hecho trascendente: el nacimiento de Cristo.
Entre los armenios, esta festividad se lleva a cabo el 6 de enero conjuntamente con la Epifanía que recuerda el bautismo de Cristo.
Desde los comienzos del cristianismo y durante los tres primeros siglos, toda la cristiandad festejaba la Navidad el
6 de enero. Sin embargo, hoy en día, en muchos países del mundo se celebra el día 25 de diciembre.
Este cambio de fecha se llevó a cabo en el siglo IV en Roma por una necesidad práctica. Ese día, los romanos celebraban con gran despliegue la festividad del nacimiento del Dios-Sol; hasta la segunda mitad del siglo IV el cristianismo no había podido borrar esta fastuosa celebración de la Roma pagana; ni tampoco la Festividad de Saturnalia, también del mismo día, en honor al dios Saturno y obviamente todas aquellas costumbres tradicionales relacionadas. Los altos dignatarios
de la Iglesia Occidental, teniendo como fin que esta celebración pagana pasara al olvido, resolvieron reemplazarla por la
celebración del nacimiento de Jesús.
De esta manera el 25 de diciembre se impuso en todos aquellos países que tenían a Roma como centro espiritual.
Los armenios geográficamente lejanos y totalmente ajenos a las festividades paganas de Roma, mantuvieron la antigua
tradición y hasta el día de hoy siguen festejando la Navidad el 6 de enero.
La adoración de los Reyes Magos a Cristo recién nacido es, sin duda, una de las historias bíblicas más celebres, representada por innumerables pintores e ilustradores de todas las épocas. En occidente se nos presenta undamentalmente como una fiesta infantil por excelencia durante parte del siglo pasado y del actual.
Si buscamos en la Biblia, será muy frustrante no encontrar en ella los tan conocidos nombres de los Reyes Magos con los que los identificamos desde hace siglos: Melchor, Gaspar y Baltasar.
La búsqueda será infructuosa porque los nombres de los magos no aparecen en ningún texto bíblico sino, por primera vez, en un libro apócrifo armenio conocido como el "Evangelio Armenio de la Infancia de Cristo", obra que trata de los pormenores de la biografía de Jesús durante su infancia.
En un capitulo de éste libro, sorprendentemente disponible en idioma español, entre otros tantos detalles leemos:
“...he aquí que los magos de Oriente, que habían salido de su país hacía nueve meses, y que llevaban consigo un ejército numeroso, llegaron a la ciudad de Jerusalén. Y aquellos reyes de los magos eran tres hermanos. El primero era
Melkón, rey de los persas; el segundo, Gaspar, rey de los indios; y el tercero, Baltasar, rey de los árabes. ...Y acamparon en los alrededores de la ciudad, donde permanecieron tres días con los príncipes de sus reinos respectivos. Aunque fuesen hermanos e hijos del mismo padre, ejércitos de lenguas y nacionalidades diversas caminaban en su
séquito. El primer rey, Melkón, aportaba como presentes, mirra, áloe, muselina, púrpura, cintas de lino, y también los libros escritos y sellados por el dedo de Dios. El segundo rey, Gaspar, aportaba en honor al niño, nardo, cinamomo, canela e incienso. Y el tercer rey, Baltasar, traía consigo oro, piedras preciosas,perlas finas y zafiros de gran precio.”
Evangelio Armenio de la Infancia de Cristo (Capítulo XI, 1-2)
Antes de los terribles días del Genocidio de 1915, a las afueras de la ciudad de Mush, a media hora hacia el este, se encontraba el Monasterio de San Gaspar - Սուրբ Գասպարայ Վանք. Erigido en medio de un gran viñedo el monasterio honraba la memoria de uno de los tres Reyes Magos quienes huyendo de Tierra Santa llegaron a Armenia, donde Gaspar enfermó y murió.
La llegada de la gran comitiva a Armenia llamó la atención de los pobladores de las localidades por donde fue pasando, los ropajes exóticos, los bordados de oro y plata brillando y reflejando la luz del sol, las extrañas facciones de sus miembros, la magnanimidad de los tres reyes que la encabezaban, los camellos, caballos y mulas.
Todo era casi mágico. Los armenios se acercaron con gran alegría y agasajaron a los huéspedes en todo lugar donde estuvieron. Les ofrecieron los platillos más apetitosos, las frutas más exquisitas y los asistieron en todo lo que
necesitaron. Los acompañaron con música y canciones para hacer más llevadera su larga travesía.
Sin embargo toda esta alegría comenzó a opacarse pues repentinamente el rey Gaspar comenzó a sentirse mal, a tal punto que cuatro sirvientes de fuerte contextura lo sostenían en su cabalgadura para que no perdiera el equilibrio. Finalmente llegando a la provincia de Darón tuvieron que interrumpir el viaje porque el rey mago empeoró terriblemente. Se detuvieron en un paraje alto y verde donde soplaba el aire puro. Las cónicas formas de las carpas multicolores
de la caravana se multiplicaron sobre el verde césped del lugar y parecían flores multicolores.
Los otros reyes y los responsables de la comitiva discutían a viva voz que hacer, si seguir o esperar. Gaspar, sintiendo que su fin estaba próximo y notando el paradisíaco emplazamiento, les pidió que cuando muriera lo enterraran en ese preciso lugar.
A los pocos días Gaspar falleció sumiendo a todos en un profundo pesar, un luto desconsolado. Ahora la preocupación fue en aumento, ya que no sabían como proceder, si llevar el cuerpo a su lugar de origen o cumplir con el último deseo del rey mago. En medio del dolor, se presentó el dueño de los viñedos contiguos, quien dijo que si realizaban el ultimo deseo de Gaspar: ser enterrado en ese hermoso espacio, el se ofrecía hacerse cargo del cuidado del lugar santo, construyendo un santuario donde sería dignamente recordado por las sucesivas generaciones. Todos estuvieron de acuerdo y tras el entierro se quedaron siete días, construyeron una digna sepultura y se retiraron hacia el este.
En honor al rey mago, en armenio mok o mog - մոգ, algunas adyacencias se llamaron con derivados de ese nombre: el viñedo contiguo se llamó Mokáts - Մոգաց, el pueblito cercano Mogúnk - Մոկունք y el valle Mok Tsór - Մոգ Ձոր.
El monasterio que contaba con una capilla donde yacían los restos del rey mago y todo el Monasterio de San Gaspar en sí, desapareció durante la ola destructiva del Genocidio de 1915 junto con toda presencia armenia en la región.
Cuentan los viajeros que en el monasterio se guardaba como un gran tesoro, un gontág – կոնդակ, es decir una antiquísima bula, en la cual se relataban los pormenores de la citada historia.
Hoy solo queda el recuerdo y la historia convertida en leyenda….