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Lunes 20 de Enero - Buenos Aires - Argentina
PREMIO MEJOR MEDIO DE PRENSA PUBLICADO EN LENGUA EXTRANJERA - MINISTERIO DE LA DIASPORA DE ARMENIA 2015
Iglesia - Mensaje de Navidad del Katolikós Karekín II
Nosotros como Nación, ya sea en casa o en la diáspora, tendremos éxito si siempre permanecemos fieles a Cristo
06 de Enero de 2025

En el nombre del Padre y del Hijo yEspíritu Santo. Amen.

"Ven al rescate de las personas de la nación, Gloria al rey, en tu infinita humildad".

(Himno):

Queridas fieles:

En la brillante fiesta de Navidad y Epifanía de nuestro Señor Jesucristo, unidos bajo los arcos de nuestras santas iglesias, glorificamos al Dios Altísimo, quien con infinito amor y misericordia para con la humanidad envió al Hijo unigénito para liberar a la humanidad de las ataduras del pecado y de la muerte. "Rey de la gloria, has venido con tu humildad ilimitada para salvar a la humanidad" - canta el himno.

Hoy, el mágico acontecimiento de la Navidad vuelve a estar ante nuestros ojos. En un pesebre pobre nace el Rey de Gloria entronizado en las alturas celestiales. Al escuchar las noticias de la voz angelical del nacimiento del Salvador, los pastores humildes de corazón se inclinan ante el Dios Niño. Los magos sabios adoran al Salvador, Quien con cuidado divino conduce a la humanidad al bien, la armonía y la solidaridad.

La maravillosa y Santa Navidad del Hijo de Dios es un misterio indeleble, inaccesible a la mente, pero conocido y percibido por la fe. El Salvador se inclinó y aceptó la carne para elevar los corazones y las mentes humanas de lo material a lo espiritual y divino. El inmortal se hizo mortal para mostrar a la humanidad el camino de la verdadera vida y de la eternidad según Su palabra; "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Juan 14:6).

También hoy, la brillante estrella de Belén marca el camino de la esperanza de salvación en un mundo atormentado. La noche de Navidad demuestra que incluso en la oscuridad de los problemas brilla la luz de Dios, sale el Sol de Justicia, como se llama a Cristo en los himnos y las profecías (Malaj. 4,2).

Ir al encuentro de Cristo, vivir según sus mandamientos ennoblece y fortalece a las personas y a las naciones, las hace dignas de los dones y bendiciones divinas. Al aceptar al Señor envuelto en su túnica, la persona se viste con la gracia de la salvación, que hace surgir la fuente de las bendiciones celestiales en la vida del creyente. Sin embargo, los procesos que niegan a Dios enfrentan a la humanidad con males y amenazas destructivas.

Hoy en día, todos somos testigos de la amarga realidad de un mundo que se aleja de Dios: un culto a los intereses materiales, políticos y económicos, una obsesión por la posesión que sacrifica los derechos individuales y de los pueblos, los principios morales, la coexistencia pacífica en todo el mundo, la felicidad y el bien. Como resultado de estos desastres, la humanidad se enfrenta a realidades catastróficas: guerras, víctimas y destrucción, niños huérfanos y sin hogar, criados en la necesidad y las dificultades, familias que sobreviven a conflictos violentos, se convierten en migrantes. Situaciones tan alarmantes hacen imperativa la reforma del mundo y la convivencia armoniosa de los pueblos, que siempre es anunciada por el himno angelical de la Navidad del Niño Dios, "paz en la tierra y alegría para los hombres" (Lucas 2,14).

Queridos amigos, en la compleja situación geopolítica actual, nuestro pueblo fue sometido a duras pruebas: Artsaj fue ocupada y despoblada, los territorios soberanos de Armenia siguen ocupados, muchos de nuestros jóvenes siguen en cautiverio y desaparecidos, continúan surgiendo nuevas demandas y amenazas por Azerbaiyán.

Hoy nuestro país sufre problemas internos: fraude, ilegalidad, malicia, cinismo, fenómenos viciosos que provocan desconfianza, indiferencia, enemistad y divisiones en la sociedad que conducen al debilitamiento de la nación. Junto con todo esto, la distorsión de las percepciones morales cristianas y los valores nacionales-espirituales tradicionales, se distorsiona el rostro de la identidad de nuestro pueblo,  se debilita el espíritu nacional y todo eso nos lleva a las trampas del pecado y la desesperación.

Con la Navidad, se nos envía nuevamente la invitación celestial a seguir el camino tradicional del amor, la reconciliación y la justicia.

Este llamado sólo puede realizarse a través de un estilo de vida cristiano.

Este llamado es factible si no sacrificamos nuestra identidad, la seguridad del pueblo y el bienestar de la patria al bienestar y las comodidades personales.

No podemos servir al bien universal cediendo a la ambición y el ansia de poder y dando prioridad a nuestros propios intereses. Nosotros, como Nación, ya sea en la Patria o en la diáspora, tendremos éxito si siempre permanecemos fieles a Cristo, Su doctrina, si caminamos de acuerdo con la Palabra de Dios y la voluntad divina, y nos deshacemos de la astucia humana engañosa y divisiva. Unámonos por el bien de la estabilidad y la seguridad de nuestro Estado, el restablecimiento de la justicia para nuestros hermanos y hermanas que fueron desplazados por la fuerza de Artsaj, por el bien de la continuación segura y próspera de nuestra Nación y nuestra Patria. Seamos colaboradores unos de otros y no adversarios, esmerémosnos  en servir y no en abusar del cargo y de la circunstancia. No nos convirtamos en exiliados de nuestro país, vivamos y creemos en nuestra cuna natal. Fortalezcamos nuestra Nación y Patria con el nuevo nacimiento de hijos, criando hijos dignos. Que cada uno de nosotros contribuya al progreso de la vida nacional en la medida de nuestras posibilidades, para el brillo de nuestro Estado y en beneficio del brillante futuro de nuestro Pueblo.

Con la feliz nueva de la  Navidad, saludamos a los sucesores de nuestra Santa Iglesia Apostólica, S.E. Aram I, Katolikós de la Gran Casa de Cilicia, al Patriarca Armenio de Jerusalén, Su Santidad el arzobispo Nurhan Manukian, al Patriarca Armenio de Constantinopla Su Santidad el arzobispo Sahak Mashalian, a todo el clero de nuestra Santa Iglesia.

Enviamos nuestros saludos a nuestros hermanos espirituales en Cristo, a los Padres de las Iglesias hermanas y a su fiel rebaño.

Llevamos nuestro amor y bendición a todo nuestro Pueblo en la Patria y en la Diáspora.

En este reconfortante día de Navidad, oremos juntos al Dios encarnado y pidamos que las bendiciones celestiales abunden en nuestra Patria y que la fe, la esperanza y el amor, permanezcan constantes en nuestras vidas. Pidamos el apoyo del Señor Celestial para los armenios de Artsaj que han sufrido grandes pérdidas y están privados de su cuna natal. Pidamos al Todopoderoso que la paz y el bienestar se establezcan en todo el mundo y en nuestro país. Que la Diestra de Dios y los dones vivificantes de la Navidad siempre cubran a todo nuestro Pueblo hoy, siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Cristo nació y se reveló.

Buenas nuevas para ustedes y para nosotros.

 

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