Traducción del mensaje del Katolikós de Todos los Armenios, SS Karekín II, con motivo del Año Nuevo.
"Mi querido y piadoso pueblo:
En esta víspera de Año Nuevo, transmitimos nuestro amor fraternal y nuestra bendición a los fieles en la patria y en la diáspora.
Demos la bienvenida al año 2025 como un año de redención. A pesar de las preocupaciones y temores que aún persisten en nuestras vidas, iniciémoslo con optimismo y buenas expectativas. Los sentimientos de esperanza del Año Nuevo se manifiestan en nuestras familias, nuestras iglesias, nuestros lugares de servicio, en cada lugar donde nos unimos con cálidos deseos mutuos.
El Año Nuevo es una ocasión para hacer un examen de conciencia y reflexionar sobre cuestiones que afectan a nuestra vida nacional y doméstica. Es una invitación a renovar nuestras mentes, a contemplar el futuro y a decidir hacer que la vida sea mejor, más segura y más protegida.
“Renovaos en vuestra mente y en vuestro espíritu”, nos dice el apóstol Pablo, “y vestíos del nuevo hombre, creado por Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:23-24). Si hacemos caso de esta exhortación bíblica, queridos míos, podremos afrontar incluso las situaciones más difíciles y aparentemente imposibles. Podemos encontrar la fuerza para superar la adversidad mediante un esfuerzo conjunto; para convertir las pruebas en experiencia; para transformar el fracaso en logro; y para construir un nuevo día brillante. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, nos asegura el apóstol (Filipenses 4:13); y animados por esta convicción, que nos ha nutrido a lo largo de la historia, nos uniremos en un espíritu constructivo para fortalecer nuestra patria y hacer realidad nuestras aspiraciones nacionales. “Estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:8-9).
Hoy debemos permanecer firmes ante los desafíos que tenemos por delante y no caer en la tentación de resolver nuestras dificultades actuales a costa de nuestros valores sagrados y nuestro modo de vida tradicional. En cambio, seamos generosos en nuestra lealtad, a nuestra identidad histórica, que es esencial para nutrir la conciencia de las nuevas generaciones, fortalecer la credibilidad de nuestro Estado y nuestro pueblo y defender nuestros derechos nacionales. De esta manera, creo, nuestra historia se verá bendecida con un nuevo logro. En nuestras aspiraciones a un futuro brillante, armémonos de esperanza y fe; confiemos en Dios y emprendamos nuestras misiones individuales en beneficio de nuestro bienestar colectivo. Avancemos juntos hacia una realidad renovada, donde prevalezcan la honestidad, la solidaridad, el respeto a la ley y el espíritu patriótico; donde en nuestras prioridades incluyan una nación fuerte, una vida segura y digna para nuestro pueblo y la protección de los derechos inalienables de Artsaj y Armenia. Bajo esta visión, elijamos caminar juntos por el camino del amor y la unidad.
Querido pueblo de Dios, en vísperas del Año Nuevo, oremos a Dios por nuestra patria, por las fuerzas armadas armenias, por el pueblo de Artsaj, que ha sido exiliado violentamente de sus hogares, por los enfermos y los necesitados, por las familias que lloran la pérdida de los jóvenes martirizados y por quienes viven con el dolor de la desaparición de sus seres queridos. Oremos también por nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo que sufren las devastadoras consecuencias de la guerra. Oremos por la paz para nuestra patria, nuestro pueblo y el mundo entero. Que el Señor sea el peotector y defensor de nuestra nación, guiándonos hacia un horizonte nuevo y luminoso.
Les deseo a todos un feliz año nuevo. Que sea un año bueno y bendecido”.