Recientemente se publicó en Armenia Jeremías, Escuchad la voz, una obra de Franz Werfel escrita en 1937. La traducción del alemán al armenio oriental de la edición correspondiente a 1965 estuvo a cargo del arzobispo Hagop Kelendjián. Franz Werfel (Praga 1890 - California 1945), fue un escritor, novelista, dramaturgo y poeta judío de expresión alemana, autor de numerosas obras, entre ellas la novela Los Cuarenta Días del Musa Dagh (1933), -su libro más conocido entre los armenios-, inspirada en la histórica resistencia de los armenios durante el genocidio de 1915 y traducida a varios idiomas como el armenio y turco. Krikor Movsisián le había encomendado al arzobispo Hagop Kelendjián la titánica tarea de traducir del alemán al armenio oriental Jeremías, Escuchad la voz (Ereván 2022, en armenio) una obra de más de 700 páginas, que ganó el Premio al traductor otorgado por la Unión de Escritores de Armenia y el apoyo de la Santa Sede de Echmiadzín, y obtuvo el Diploma de honor y medalla Musaler otorgados por la Unión Compatriótica Armenia de Musaler (organización social de beneficencia) de Armenia. Krikor Movsesián y su esposa Naíra Garabedián financiaron la impresión de este libro.
A propósito de esta publicación, ha aparecido un extenso artículo escrito por el candidato a Doctor en Ciencias Filológicas Asadur Sarián en la revista Echmiadzín (órgano oficial de la Santa Sede de Echmiadzín) que repasa la vida y obra del Primado de la Diócesis de la Iglesia Armenia en el Uruguay arzobispo Hagop Kelendjián. Sarián escribe que desde la aceptación del cristianismo como religión oficial del Estado y desde los primeros padres de la Iglesia armenia, se sabía muy bien aquella verdad que dice que para difundir y profundizar la fe es muy importante y fructífero que se acompañe con investigaciones y traducciones teológicas, así como también con la creación de obras literarias. Y que esa tradición de siglos continúa aún hoy. “La vida y obra de uno de nuestros religiosos, el arzobispo Kelendjián, dan testimonio de ello”. Un ejemplo claro de múltiples actividades: teólogo, autor y traductor. Recuerda que Kelendjián egresa del Colegio de su pueblo natal Kessab, en Siria, y luego continúa sus estudios secundarios en El Líbano; que en 1972 ingresa en el seminario Kevorkián de Echmiadzín y que en 1975 estudia en la Universidad Regensburgho de Alemania. Al mismo tiempo, desarrolla actividad pastoral en la comunidad armenia de Alemania. Desde 1984 el arzobispo Hagop Kelendjián inicia su pastorado en la República Oriental del Uruguay, primero como lugarteniente de la recientemente formada Diócesis, desarrollando al mismo tiempo la tarea como director del Colegio Nersesián, y desde 1990 hasta el presente como Primado de la misma Diócesis. El articulista destaca que cuando Kelendjián era diácono, inició su actividad laboral en la redacción de la revista Echmiadzín. “Es muy probable que en ese período laboral en la redacción de esa revista de mucho valor teológico y armenológico, y teniendo contacto con muchos intelectuales teólogos y estando en un ambiente intelectual, haya despertado en él su inclinación hacia las ciencias teológicas. Así se aclaró el inicio de su camino hacia el mundo del conocimiento”.
Enumera prácticamente todas las obras, desde La Iglesia Armenia: Fuente de Fe y Patriotismo en idioma español en sus tres ediciones, -la última en 2021-, hasta la recientemente publicada Jeremías, Escuchad la voz. La obra de Hagop Kelendjián titulada Lutero, la rebeldía de un monje piadoso (Montevideo 1994, en armenio), que fue publicada por la fundación benéfica Aléx Manoogián de la UGAB, “fue la primera investigación profunda y meticulosa dentro de la realidad armenia sobre la vida del fundador del protestantismo Martín Lutero y su pensamiento que atañe a una nueva orientación dentro de la Iglesia. Utilizando en general fuentes alemanas, sin dejar de lado las armenias, el arzobispo Hagop Kelendjián logró con total objetividad componer los aspectos religiosos y literarios del notorio reformador, mostrándose como un verdadero activista religioso y con una mentalidad abierta, propia de un investigador”.
Sobre el libro Interpretación de la creación (Montevideo 1995, en armenio), Sarián dice que es una obra escrita “desde un nuevo punto de vista religioso y filosófico de la interpretación de las dos narraciones del libro Génesis de la creación, partiendo desde el famoso dicho de vartabed Yeghishé (Eliseo) (siglo V), según el cual “todos los males surgen de la ignorancia”. Destaca que el arzobispo Hagop Kelendjián con esta obra “pretende la educación religiosa de los jóvenes armenios”. Cita las palabras del profesor Henrrik Gross quien escribe que “Hagop Kelendjián ha preparado una minuciosa y sólida monografía que está dotada de un extraordinario conocimiento y está a la altura de los trabajos contemporáneos de la exégesis bíblica”.
Dentro de las obras teológicas del arzobispo Kelendjián destaca El libro del Eclesiastés (Montevideo 2000, en armenio), donde “el autor escribe sobre las condiciones del despertar espiritual en el que vivimos, el deber de actuar con más responsabilidad, con una fe sublime, con espíritu sensato, así como también con plena dedicación a predicar las Santas Escrituras y sus verdades imperecederas y hacerlas accesibles a todos”. Sobre Siguiendo las huellas de la fe y la razón (Montevideo 2003, en armenio), dedicado a la fundación del 1.700 aniversario de la catedral de San Echmiadzín, nos recuerda las acertadas palabras del obispo G. Saroyán y el Prof. A. Kalashyán, quienes expresan que “el autor en forma conceptual justifica la relación entre la razón y la fe y presenta al respecto muchas pruebas interesantes y rechaza los extremismos y concluye que el uso sensato de la razón lleva al fortalecimiento de la fe, y permite fortalecer aún más la fe predicándola como luz para las almas sedientas de luz”. Reconoce en Kelendjián un talento literario que se manifiesta claramente en la obra Señor, luz y vida mía (Quebec 2016, en armenio), donde la inspiración poética en la obra proviene de la Biblia, mientras que su encono es contra el poder del Mal y los “monstruos que reniegan de su nacionalidad”. La poética de Kelendjián tiene sus bases en la lírica medieval y el arte trovadoresco armenio y alcanza su contemporaneidad dándole un nuevo sentido a las antiguas leyendas.
Sobre Árbol de damasco (Montevideo 2005 y Ereván 2016, ambos en armenio), con poesías, trabajos en prosa y traducciones, escribe que artísticamente, Kelendjián obtiene sus mayores éxitos en el género de memorias, que tienen una profunda emotividad y que logra influir directamente en el lector. “En esas memorias, toman cuerpo la patria y su naturaleza, cobran vida los hechos y las figuras del pasado. Los recuerdos sobre su familia, sus seres queridos, los años escolares y los del seminario, las anécdotas sobre sus encuentros con personajes célebres o no con los que se ha encontrado en el camino de su vida despiertan una emotividad especial y se leen con un interés que no decae. En la tercera parte del libro están las traducciones de Schiller, Byron, Víctor Hugo, Oscar Wilde, Gibrán Khalil Gibrán, Hermann Hesse, entre otros, así como fragmentos de la obra de Franz Werfel El culpable no es el asesino sino el asesinado y la poesía He realizado una buena obra”.
Sobre su última obra, la traducción de Franz Werfel, Jeremías, Escuchad la voz, escribe que “el traductor invita por intermedio del libro de Jeremías a escuchar la voz de Dios”. Y le llevó dos años traducir una obra de 700 páginas. Que no es casual que haya demorado tanto porque además del dominio de las dos lenguas, el traductor necesita tener un gran conocimiento de la Biblia y de la época y que esa tarea difícil puede llevarla adelante solamente un teólogo conocedor y hábil traductor.
Finalizando el artículo, Sarián escribe que “en una ocasión el arzobispo Hagop Kelendjián definió a uno de nuestros arzobispos del siguiente modo: El santo padre con la plena consciencia de su condición de religioso y la nobleza de sus valores humanos, es una figura luminosa en las filas de nuestros escasos eclesiásticos de vida pura. Estas palabras en verdad, pueden redireccionarse en su totalidad a él, al arzobispo Hagop Kelendjián”.