El Miércoles Santo se conmemora la unción de Jesucristo por una mujer en Betania y la traición a Cristo.
En el Evangelio de San Mateo, aprendemos que mientras Jesús cenaba con sus apóstoles, una mujer entró con un frasco de alabastro lleno de perfume valioso.
Ella abrió el frasco y vertió el perfume sobre la cabeza de Jesús.
Los discípulos que presenciaron este acto se enojaron, ya que el perfume podría haberse vendido y dar las ganancias a los pobres.
Jesús oyendo su disgusto dijo: “¿Por qué molestan a la mujer?
Ella ha hecho algo bueno para mí. Porque siempre tendrán a los pobres con ustedes; pero a mí, no siempre me tendrán”.
Las acciones de la mujer presagiaron su preparación para el entierro.
"Porque ella ha derramado este ungüento sobre mi cuerpo, lo hizo para mi entierro", dijo Cristo (Mt 26: 6-13).
La lectura del Evangelio del Miércoles Santo nos exhorta a no abusar del amor y la promesa de Dios, y al recordar Sus torturas y muerte por el bien de la humanidad, nunca desviarse del camino correcto que es adorar y glorificarle solo a Él.