LOS ÁNGELES - El Dr. Armen Hovhannisian especialista en medicina interna y cuidados intensivos de Los Ángeles, estaba en Miami, asistiendo a la fiesta de cumpleaños de su amigo cuando se enteró de que la guerra había comenzado en Artsaj.
La fiesta fue cancelada. Regresó a Los Ángeles de inmediato, compró un boleto y se fue a Armenia el 2 de octubre.
A su llegada fue designado por el Ministerio de Salud de la República de Armenia al Centro Médico Goris. Una vez allá trató a los soldados durante los críticos primeros días de la guerra.
Su recorrido continuó por Khndzoresk, Ishkhanadzor, Kashatagh, Shushi y finalmente Kapan.
“Estaba en la sala de operaciones cuando recibí la noticia de que se firmó el alto el fuego. Estuvimos cuatro días más en Kapan. Luego volví a Ereván y continué mi trabajo en los diferentes hospitales hasta el 2 de diciembre. Fueron casi dos meses de guerra… ”.
Durante todo el tiempo, el Dr. Hovhannisian estuvo trabajando en cuidados intensivos de los hospitales y en primera línea. “La unidad de cuidados intensivos no tuvo tiempo para descansar. nunca. A veces, un paciente necesitaba más de un médico, y, todo pasaba por nosotros… éramos nosotros los que establecíamos si el paciente iba a operarse de inmediato o en una hora, o, si lo iban a operar. Todos los médicos se concentraban en un solo paciente, las diferencias de especialización de alguna manera desaparecieron ".
Médicos de todo el mundo acudieron rápidamente a Armenia y Artsaj durante la guerra.
El trabajo fue tremendo, pero pocos teníamos experiencia en medicina militar, entonces, menos podían imaginar la magnitud de las lesiones con las que estaban lidiando.“Ninguno de nosotros estaba preparado para esta realidad. No quiero que ninguno de mis colegas se ofenda, pero en mi opinión, nuestro enemigo también nos derrotó en el sistema de salud. No me refiero al profesionalismo individual de mis colegas de la diáspora o de Armenia; tenemos doctores increíbles. Pero en general, la medicina militar no estaba preparada ".
El Dr. Hovhannisian está de acuerdo en que existen muchas diferencias en los posibles enfoques de tratamiento. Pero todos los profesionales médicosestuvieron unidos como nunca antes: “Dormimos en los pisos uno al lado del otro durante días sin saber siquiera nuestros nombres. Estábamos tan ocupados... Días después, supe que uno de los médicos es mi vecino en Los Ángeles.
Sólo trabajábamos, haciendo preguntas, tratando de encontrar mejores soluciones para el paciente. El objetivo era uno: hacer todo lo posible para salvar a nuestros soldados”.
De regreso a los Estados Unidos, el médico evaluó en general su experiencia.
Encuentra algunos aspectos estructurales significativos de la medicina extranjera, ausentes en Armenia, que fueron determinantes durante la guerra.
“Tenemos cirujanos brillantes en Armenia. Sin embargo, los cirujanos jóvenes, recién egresados, cumpliendo los programas de residencia, con grandes conocimientos teóricos y formados para ser médicos íntegros, no estaban preparados para realizar cirugías complicadas. Los programas de residencia en Armenia no los preparan adecuadamente para los aspectos prácticos de la cirugía”, dice Hovhannisian.
Otra tema a considerar es la falta de preparación en el sistema de transporte médico. El transporte de un paciente desde la línea del frente al hospital o de una ciudad a otra creaba dificultades importantes debido al escaso número y la calidad de los vehículos, también las carreteras. “A veces se necesitan de cuatro a cinco horas para transportar un paciente. Era imposible realizar ningún procedimiento médico durante el traslado. Hemos tenido que detener el vehículo incluso para comprobar la temperatura del paciente, me temblaban las manos Incluso cuando conducía a una velocidad de 20 km / hora. Es mucho más fácil transportar a un paciente que estaba profundamente dormido”, recuerda el médico con notable irritación. “Solo había dos helicópteros que supuestamente transportaban a los soldados heridos. Estos helicópteros funcionaban sin sistemas de navegación, por lo tanto no podían trabajar durante la noche.
Otro obstáculo importante según el Dr. Hovhannisian fue la escasez de sangre. Afirma que ciertos tipos de sangre eran difíciles de obtener, y continúa: “a veces, el desenlace de un paciente fue muy malo como consecuencia de ello. No pudimos obtener la cantidad de sangre que necesitábamos ".
La ayuda de la diáspora fue enorme, como confirma el Dr. Hovhannisian, se recibían cajas llenas de medicamentos y suministros médicos, pero el problema era su organización y ubicación. “Nos enterábamos de que ciertos insumos habían llegado, luego, cuando necesitábamos usarlos, las cajas estaban todavía en el pasillo o en la habitación de alguien".
La formación de las enfermeras de los hospitales en las regiones lejanas de Armenia es decepcionante y explica: “Trabajamos con enfermeras de Ereván muy bien formadas, pero, desafortunadamente, la mayoría de las enfermeras en las regiones lejanas todavía se encuentran en la era del 'Analgin-Dimedrol', medicamento analgésico utilizado en gran medida durante la era soviética. Cuando le pedía a la enfermera que me prepare un estimulante cardíaco, no debería preguntarme sobre la dosis. Ella debería saber eso ya. La pérdida de tiempo, especialmente durante la guerra, es inadmisible”. Lamentablemente, todos los esfuerzos de capacitación están centralizados en la ciudad capital, según expresa el médico.
El Dr. Hovhannisian compartió todas sus preocupaciones con el ministro de salud de Armenia. Este último le explicó que ningún recién graduado desea practicar fuera de Ereván, como resultado de ello la población sufre las consecuencias de no contar con un buen sistema de salud.
Pero, el Dr. Hovhannisian cree que es posible solucionar este problema con los incentivos adecuados.
En total, el equipo del Dr. Hovhannisyan trató a varios cientos de pacientes, de los cuales solo un puñado tenía heridas de bala. Encontraron muchas lesiones "inhumanas", como describe y explica el médico después de un profundo silencio, mientras recuerda sus difíciles primeros días en Armenia: “En mis 22 años en la medicina nunca dije 'No sé' como respuesta cuando se trataba de atender al paciente. En Goris, cuando llegaron los primeros pacientes, simplemente no sabía qué hacer...No sabía por dónde empezar ni por dónde terminar... Me tomó varias horas entender cómo actuar... Ese fue el horror de esta guerra ".
El Dr. Hovhannisian estuvo muy cerca del campo de batalla, en los hospitales móviles. Se trataba de enormes carpas heredadas del siglo pasado con mesas de operaciones metálicas y enormes galones de oxígeno justo al lado de la carpa con sus tubos de goma en el piso que “podían explotar con un solo disparo de dron”.
En su trabajo con varios cientos de pacientes, el Dr. Hovhannisian considera que su mayor logro fue salvar las vidas de 27 soldados que casi no tenían posibilidades de sobrevivir. “Si tuviera que volver a Armenia solo por estos 27 jóvenes , volvería a ir. No se van a convertir en matemáticos, pero van a vivir. Por eso estoy orgulloso de mi equipo”, dice Hovhannisian con voz temblorosa.
Meses después de la experiencia que le cambió la vida, el Dr. Hovhannisian continúa su práctica con un nuevo propósito. Se inscribió en clases para aprender más sobre medicina militar. Asegura que esto debe ser realizado por todos los profesionales médicos en Armenia. Valora su trabajo aún más ahora y encuentra un nuevo significado en él. “Amo mi profesión, pero no debe servir para causas como la guerra. Debería servir para que nuestros padres vivan más tiempo, que nuestros hijos estén sanos, que nuestras esposas y hermanas se vuelvan más hermosas, que nuestras mujeres tengan un parto fácil. Después de esos 44 días de experiencia, comencé a amar la medicina aún más. Me convertí en un mejor hijo, en un mejor esposo¨ .
Con más de 200 médicos y enfermeras, el Dr. Hovhannisian creó un grupo virtual que se reúne regularmente para discutir las posibles formas de apoyar a la Patria.
Llamaron al grupo Goris Forever, ya que todos se conocieron inicialmente en el hospital de Goris.
“Todos establecimos una cosa: a partir de ahora ninguno de nosotros puede ir a Armenia como turista. Solo queremos ir allí para trabajar, para compartir nuestra experiencia y conocimiento con nuestros colegas”, dice el Dr. Hovhannisian.
Lo mismo debería ser para los médicos de Armenia: cada vez que vengan a los Estados Unidos, hará todo lo posible para que adquieran experiencia en hospitales o clínicas de aquí.