Las Organizaciones No Gubernamentales de Artsaj pidieron al Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, y a la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, que envíen una misión a Artsaj para documentar los crímenes culturales contra la humanidad cometidos, e implementar mecanismos para prevenir nuevos crímenes de acuerdo con el mandato de, protección del patrimonio cultural, otorgado por las Naciones Unidas.
La carta expresa:
"Las organizaciones no gubernamentales abajo firmantes que representan a las personas desplazadas de Artsaj (Nagorno-Karabaj) después de la guerra de 2020 y la deportación forzada en 2023, le escriben para señalar los casos de destrucción y apropiación intencional y deliberada del patrimonio cultural armenio en los territorios ocupados de Artsaj.
Hay graves ejemplos de genocidio cultural llevado a cabo por las autoridades azerbaiyanas en 2020. Durante la guerra de los 44 días, así como después de ella.
Se han registrado muchos casos de crímenes contra el patrimonio armenio. La Iglesia de San Astsvatsatsin de Mekhakavan, la Iglesia San Sarkis de Mokhrenes, la Iglesia Santa Ascensión de Berdzor y la Iglesia de San Hovhannes Bautista de Shushi fueron completamente destruidas. Se profanaron centros espirituales armenios y se destruyeron cientos de Jachkars. Azerbaiyán saqueó más de 30 colecciones de arte y museos, que contenían miles de objetos expuestos.
La destrucción de iglesias es considerada un acto genocida según el manual para el examen de las disposiciones del patrimonio cultural del Estatuto de Roma, donde se afirma: "Los crímenes contra el patrimonio cultural o que afectan a él suelen estar vinculados al genocidio o cometerse como parte de él. Están relacionados con el genocidio o se llevan a cabo en su marco".
Los monumentos dedicados a la memoria de las víctimas del genocidio armenio, la Segunda Guerra Mundial y las guerras de Artsaj, así como las lápidas dedicadas a individuos, fuentes de importancia histórica, centros culturales, bibliotecas, escuelas y otros lugares fueron destruidos. La aldea de Karin Tak de la región de Shushi, la aldea de Mokhrenes de la región de Hadrut y el barrio histórico de la ciudad de Hadrut quedaron completamente destruidos.
Recientemente, distritos enteros de Stepanakert, incluido el distrito histórico del siglo XIX, fueron arrasados. La destrucción deliberada de la ciudad, sus edificios históricos y su patrimonio, viola el artículo 8 del Estatuto de Roma y se considera un grave crimen contra la humanidad.
La destrucción de valores culturales está prohibida en 1949. Fueron adoptados por los cuatro Convenios de Ginebra para la Protección de las Víctimas de la Guerra, las Leyes y Costumbres de la Guerra, sus Protocolos, así como las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas y los acuerdos de derechos humanos.
La amplia difusión de vídeos que muestran estas destrucciones por parte de los azerbaiyanos se ha convertido en un medio de presión psicológica sobre los armenios de Artsaj.
Los azerbaiyanos destruyeron los cementerios de la aldea de Mets Tagher (región de Hadrut), la aldea de Sghnak (región de Askeran), Haterk (región de Martakert) y la ciudad de Shushi. La destrucción de cementerios se considera un delito contra la dignidad personal y la memoria humana.
El artículo 4 de la convención de la haya para la protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado, de 1954, prohíbe todo acto de vandalismo, apropiación, saqueo, incitación al odio o venganza contra el Patrimonio cultural.
El primer protocolo de la haya de 1954 prohíbe la destrucción de bienes culturales o espirituales en los territorios ocupados. La política de destrucción deliberada del Patrimonio cultural fue condenada por la declaración de la UNESCO sobre la destrucción deliberada del Patrimonio cultural de 2003.
Sin embargo, en el período 2020-2024, la UNESCO no ejerció la autoridad que le había confiado las Naciones Unidas para preservar el patrimonio cultural mundial y no envió una misión a Artsaj para documentar el estado actual del patrimonio de la región y así evitar una mayor destrucción por parte de Azerbaiyán. En cambio, se limitó a hacer declaraciones y expresar preocupación.
Nosotros, los abajo firmantes, desplazados de los territorios ocupados de la República de Artsaj, solicitamos a la UNESCO que tome todas las medidas posibles para garantizar que su organización, de conformidad con el mandato de la ONU para la protección del patrimonio cultural, envíe una misión a Artsaj para documentar las atrocidades culturales, crímenes de lesa humanidad e implementar mecanismos para prevenir nuevas violaciones.
Atentamente,