(AFP).- Guennadi Avanessian tenía una casa grande de dos pisos en el Nº 28 de la calle Saroyan, con una terraza de madera y viñedos cargados de uvas negras.
Pero su cómoda casa en una buena calle de la capital de Artsaj golpeada por la guerra, fue destrozada durante el conflicto entre los vecinos Azerbaiyán y Armenia.
"Pasé dos años renovando esta casa con mis propias manos, y el presidente de Azerbaiyán, Aliyev, la destruyó en dos segundos con sus bombas", enfurece Avanessian quejándose a cualquiera que lo escuche.
Con un sombrero azul en la cabeza, el hombre de 70 y tantos años trepa al enorme montón de escombros que es todo lo que queda después de que la casa se derrumbó sobre sí misma.
Con una pala, busca entre la chapa retorcida, los pedazos de la estructura de la casa y rastros de su vida anterior.
Las fuerzas azerbaiyanas bombardearon la zona hace una semana y es la primera vez que Avanessian regresa.
Durante una pausa en los combates, después de que entrara en vigor el alto el fuego, Guennadi busca todo lo que se pueda salvar.
"Estaba aquí cuando cayó el cohete. Escuché un silbido y corrí al sótano. Estaba a dos segundos de que me mataran", recuerda.
Su yerno, también en la casa ese día, salió con una herida, un milagro menor dada la destrucción total que sufrió la casa.
"Esto lo provocó un cohete Smerch", dice Avanessian, refiriéndose a los proyectiles "Tornado" de la era soviética que han caído por toda la ciudad más grande de Karabaj durante la última semana.
"¿Dónde viviré ahora? ¿Bajo las estrellas, bajo la lluvia? Lo tenía todo y ahora no me queda nada, no puedo encontrar nada. Todo estalló en pedazos. Lo único que pude encontrar fue una maleta con ropa de niños". se lamenta, mostrando una valija maltrecha.
"¿Cómo puede un hombre hacerle esto a otro? Aliyev: dices que Karabaj es Azerbaiyán. Si vivo en Azerbaiyán, ¿por qué has bombardeado mi casa?" pregunta Avanessian.
"Construí esta casa para vivir en paz y la han destruido. Los azerbaiyanos están bombardeando a civiles. ¡Son asesinos, extremistas!"
Guennadi, que es oficial de policía retirado tampoco perdona a Turquía que ha animado a su aliado Azerbaiyán durante los combates. Enojado, profiere una maldición.